La cultura en los medios
Una de las grandes preocupaciones de quien se desempeña en el área de cultura en calidad de gestor, creador, o administrador, es cómo promover su acción a través de los medios, porque de la importancia que éstos den a una actividad cultural surge parte de su calificación, pues entre más se mencione un hecho a través de ellos, más existencia parece tener, porque suele afirmarse que lo que no aparece en los medios, no existe.
El problema al que se enfrentan estas personas es que como los medios son estructuras anidadas en el poder, su compromiso es cuidarlo y reproducirlo, y para llevar a cabo esta tarea deben tener en cuenta ciertos requerimientos que garanticen la conservación de la imagen mítica que siempre ha significado acceder a ellos, y convertir dicho acceso en un favor inconmensurable, cuya memoria debe guardar el afortunado por siempre, porque de esa manera permanecen los medios como un objeto de deseo constante, cuya entrega debe hacerse en dosis, para no agotarlo.
La actividad cultural no es algo que les garantice a los medios mantener dichos atributos de superioridad debido a la esencia disociadora de la misma y al objetivo de sus búsquedas, muchas de ellas encaminadas de alguna manera a generar comprensión de la realidad, modificación de la misma y por ende, emancipación, y es por eso que los medios seleccionan muy bien, qué de la cultura es mostrable, para no generar expectativas entre la población acerca de la importancia de crear, opinar, analizar, etc, porque éstas son acciones que pueden obstruir la perpetuación de una ideología.
Los medios no se pueden dar el lujo de abrir las puertas al acontecer cultural de manera que induzcan al discernimiento o al debate, porque no está en ellos consagrada la misión de poner a pensar y a analizar a nadie.
La cultura, como elemento innovador y generador de progreso nunca ha sido una prioridad noticiosa, porque tratar el tema de cultura con detenimiento puede producir opiniones sin control, pues son bien conocidos los nexos tradicionales del sector cultura con el sentido de controversia, razón por la cual, cuando los medios se ocupan de las actividades culturales es porque pueden presentarlas como espectáculo o como sucesos de simple alternancia social.
Es usual que un activista de la cultura, de aquellos que aún creen en el sector como parte del desarrollo social, cuando es arropado por la suerte y consigue que la mirada de un reportero descienda sobre su trabajo, sea sorprendido al momento de responder una entrevista con preguntas para las cuales su ánimo no está preparado, como discriminar los costos que tuvo su operación, decir cuántas personas permanecieron en su evento, porque sin lugar a dudas él espera que ese reportero le haga preguntas relacionadas con el objetivo que ha inspirado su trabajo como es la consecuencia social del mismo.
La misión de los medios es ambientar entre la población los cambios de comportamiento, para ajustar la conciencia de los individuos, y habituar a éstos a ver con naturalidad dichos cambios, y es esa la razón por la cual cuando abordan el tema de cultura lo hacen en términos cuantitativos, porque la asocian a una actividad económica más. Además, presentarla en sociedad de esa manera es una forma de sustraerla de discusiones filosóficas o ideológicas molestas, y de ahí que cuando se habla de ella se trata de establecer cuántas personas acudieron a un evento, cuantos ejemplares de un libro se vendieron, cuántas copias de un disco absorbió el mercado, etc, y no qué incidencias tuvieron todos estos eventos en el comportamiento de una sociedad.