El sur
En el sur de Inglaterra, cada dos años, se lleva a cabo uno de mis festivales favoritos. Se llama Inside Out Dorset y está especializado en artes de calle.
La programación que ofrece es el resultado de una selección meticulosa y creativa, en la que cada producción adquiere una dimensión extraordinaria al entrar en diálogo con el espacio en el que se escenifica. Los espectáculos en cartel se presentan en lugares asombrosos: patrimonio arquitectónico representativo de la zona o parajes naturales espectaculares que acarrean una gran carga significativa para los habitantes de zona.
Mi primera gran experiencia con el teatro callejero polaco fue en 2007, durante dicho festival. La magnífica ‘Carmen funebre’, de la compañía Teatr Biuro Podrozy, se presentó Nothe Fort, una fortaleza ubicada en el puerto de Weymouth. La pieza –que todavía está girando por todo el mundo- está inspirada en la guerra de Bosnia y los muchos desplazados causan los conflictos armados. Nothe Fort, por otro lado, jugó un papel muy importante en la Segunda Guerra Mundial, cuando las armadas británica y estadounidense utilizaron el puerto como base. Aquella fue sin duda una experiencia teatral electrizante. La terrible naturaleza y el impacto de la guerra eran representados en una antigua base militar.
Este fin de semana, en la plaza medieval más grande de Europa, la plaza del mercado de Cracovia, otra producción polaca me ha afectado intensamente, como aquella vez hace ya casi seis años en el Reino Unido. Se trata de ‘Los ciegos’, el espectáculo de calle de gran formato inspirado en la gran novela de José Saramago, ‘Ensayo sobre la ceguera’, en el que la compañía Teatr KTO lleva trabajando varios años. La mejor tradición del teatro polaco se sintetiza en esta producción: discurso comprometido, interpretaciones tan oscuras como poderosas, coreografía enérgica y precisa, espacio escénico versátil, fluido y sofisticado… un ciclo de cuadros en movimiento espectaculares, con ecos expresionistas, de gran belleza plástica. Todavía merodean en mi pensamiento las mil figuras que las pesadas camas de hospital militar que habitan la escena son capaces de sugerir, el gran ventilador levantando mares de celofán, las agónicas parejas bailando tango o la voz mágica de Mercedes Sosa acompañando la zozobra de los ciegos rotos de angustia…
Minutos después de presenciar aquel maravilloso espectáculo, encendí el teléfono móvil y consulté mi cuenta de Twitter. El aterrizaje a la realidad fue desafortunado. Las noticias bochornosas sobre la corrupción en la política española se sucedían una detrás de otra. Apagué el teléfono de nuevo y me fui a tomar una copa con la intención de atenuar el mal humor, convencido de la urgencia de materiales como los que les cuento en las plazas de toda Europa, pero sobretodo la que sucede en el sur. Ya.