El costo de internacionalizar
La internacionalización de cualquier actividad es uno de los objetivos específicos de la mayor parte de las organizaciones, porque ésta, no solo le da carácter universal a un hecho, sino que le abre las puertas a otras instancias, le permite dar relieve a la actividad, exponerla al análisis y abrir el debate en torno suyo para ser considerada en relación con otras experiencias, y llevar a la institución organizadora a establecer una serie de relaciones que conducen al fortalecimiento de la misma.
Sin embargo, el propósito de internacionalizar también implica riesgos para el objetivo primario de una actividad, pues considerando el origen de ésta como parte de la solución de un problema de orden local, las relaciones internacionales, por tener objetivos de integración transitorios, debido a que no van más allá de la cooperación para asuntos puntuales, solo constituyen presencias temporales, cuya proyección generalmente acaba al momento de la clausura del evento.
Las relaciones internacionales, desde el punto de vista de la actividad cultural y artística, por no ser una de sus preocupaciones la protección de las identidades culturales nacionales, pueden terminar desdibujando el objetivo de una propuesta cultural local y convertirla en un simple espectáculo, desviando de esa manera su objetivo inicial, obligándola a asumir procedimientos impuestos por la nueva literatura que define a la actividad cultural, muy ceñida a la rentabilidad del espectáculo y al conocimiento que del mismo se pueda dar, apreciado solo desde el punto de vista turístico.
Cuando la internacionalización de una actividad no está debidamente estudiada y carece por ello del objeto que debe tener todo proceso de esta naturaleza, como es el enriquecimiento de la experiencia local a través de los ejemplos externos, se convierte en un acto competitivo, y en vez de enriquecer, empobrece, porque la observación con fines de aprendizaje, se convierte en una observación con fines de emulación.
En materia de actividad cultural, al menos de acuerdo con las condiciones tradicionales, el origen de un proyecto tiene muchos componentes, pero el principal de ellos, suponemos, es integrar a una comunidad en especial a través de la magia integradora del arte, porque el arte es comunión, es explicación, es proyección, es desarrollo, etc.
Pero, también debemos tener en cuenta que, en materia de actividad cultural, de acuerdo con los postulados impuestos por las nuevas teorías culturales, íntimamente relacionadas con lo económico, la consecuencia social de formación e integración se encuentra en niveles de importancia inferiores a la del impacto, que es el término usado por quienes hacen los aportes para la gestión cultural, y que en otras palabras quiere decir, hacer ruido, y es bien claro que donde hay ruido, no caben muchas posibilidades de análisis.
La internacionalización es una forma de hacer ruido, por la notoriedad que genera lo externo, y es ahí donde surge el riesgo de pérdida de objetivo fundamental de una actividad cultural local.
La internacionalización es una manera de competir, y donde hay competencia el factor integración pasa a un segundo plano, y por eso cuando se piensa en volver internacional un evento cultural, quienes propenden por desarrollar dicha idea, deben tener claros los términos de la convocatoria para evitar que el factor competencia ponga en riego al factor integración.
La internacionalización es importante y saludable para el desarrollo de actividades locales, siempre y cuando éstas mantengan su autonomía y protejan su identidad.