Rebel delirium

¿Espectadores comprometidos?

El taller de espectadores del Festival Grec’13 empezó con la conferencia inaugural de la filósofa Marina Garcés, que nos planteó un par de preguntas: ¿Cómo podemos ser espectadores comprometidos hoy? ¿En qué consiste aprender a mirar de otra manera? Me gustaría citar textualmente algunas de estas reflexiones de la filósofa porque me parece que van al corazón del debate. Hace años que des de las prácticas artísticas se intenta desplazar la figura del espectador hacia una actitud más participativa. Garcés apunta que «hoy se constata que cuanta más actividad, interactividad, comunicación y participación conllevan, necesariamente, más compromiso. Pero la realidad es todo lo contrario: es un entrar y salir, conectar y desconectar, donde en la mayoría de las ocasiones tenemos la sensación de que no ha pasado nada, o al menos, nada importante. Seguimos igual de inmunes que cuando habíamos entrado.» Es como una sensación de vacío. Vamos al teatro cada semana, leemos libros, vemos exposiciones… y a la salida un permanente pensamiento que ella misma resumía de una forma muy cruda: «y qué».

Frente a esto, decía Garcés, «la cuestión ya no es cómo hacer participar al espectador, sino cómo involucrarnos, espectadores y creadores, en un problema común, en situaciones que nos interpelen y nos conciernan. Es decir, que nos comprometan».

«Qué quiere decir que nos comprometan?», se pregunta la filósofa. «Aún hoy en día asociamos el compromiso del artista o del intelectual con un acto de voluntad a favor de alguna causa o idea. El compromiso sería así como un acto soberano de una consciencia clara que tiene la capacidad de vincularse, por decisión propia, con alguna realidad que le es exterior. Nada más lejos que del verdadero compromiso. En este acto de voluntad, el intelectual refuerza la distancia de su nombre, la inmunidad de su conciencia y su lejanía respecto el mundo. El verdadero compromiso no depende solo de la voluntad. Es la disposición a dejarse comprometer, a ser puestos en un compromiso. El compromiso es activo y pasivo a la vez. Y no se resuelve en una declaración sino que pone en marcha un proceso en el que pasan muchas cosas que son difíciles de asumir, porque nos sentimos incómodos, necesariamente incómodos». Y continua, «el compromiso, cuando nos asalta, rompe las barreras de nuestra inmunidad, de nuestra libertad clientelar de entrar y salir, de cogerlo o dejarlo.»

Con estas contundentes reflexiones comenzamos el taller de espectadores del Festival Grec de este año. Marina Garcés explicó más cosas sobre el sentido de la mirada periférica. Todo esto lo tiene explicado en su libro «Un mundo común» (Edicions Bellaterra, 2013). ¡Muy recomendable!

El programa del taller, en el que participamos una treintena de personas, recogió las propuestas internacionales más rompedoras y las de formato singular, aquellas que difícilmente se pueden ver en las programaciones habituales. En cuanto a las internacionales, las Tragedias Romanas (Toneelogroep/dirección de Ivo van Hove) fue en palabras del director del Grec, «la bestia del festival». Coriolano, Julio César y Antonio y Cleopatra representadas en un solo montaje de 6 horas. Qué forma más genial de mostrar la obra de Shakespeare, dinámica, original, suprimiendo páginas y páginas de guerras con simples frases proyectadas al estilo «breaking news»… Un escenario convertido en una gigante sala de espera del parlamento europeo, podía ser invadido por los espectadores en cualquier momento. En escena, a parte de los actores, había bares y sillones, desde donde se podía disfrutar de los discursos de Brutus con una cerveza y un bocata en la mano. Toda una experiencia.

«Hate Radio», de los suizos del International Institute of Political Murder, era una recreación de los escalofriantes estudios de la Radio-Télévision Libre des Mille Collines, desde donde se difundía el odio hacia la minoría tutsi durante el genocidio ruandés de los noventas. Una muestra de teatro documental a partir de material real e histórico. Pelos de punta.

De las propuestas más singulares, en el taller vimos el itinerario que Tomás Aragay y la Sociedad Doctor Alonso propusieron por el barrio de la Satalia, justo detrás del teatro Grec. Una reflexión sobre la percepción y de lo que vemos cotidianamente. Remor, de la compañía Res de Res, era una obra de 12 minutos en un espacio de 35 metros cúbicos. Dos intérpretes y 14 espectadores en una pieza de danza muy interesante que fue ensayada en una celda de la prisión de Palma de Mallorca. Hay ocasión de verlo otra vez dentro de unos días en Fira Tárrega.

Como ya es habitual del taller, hubo sesiones teóricas antes de los espectáculos y coloquios y debates post función. Una experiencia muy enriquecedora en la que este año las palabras de Marina Garcés sobre la renovación del compromiso y sobre la figura del espectador resonaron durante todos los días de sesiones. Que nos acompañen también durante esta temporada.


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