Rebel delirium

Terrassa circus

El festival de circo de Terrassa acaba de celebrar su 5ª edición. Cinco años de circo en el Vallès, gracias a la perseverancia y el esfuerzo de la Asociación Tub d’Assaig 7,70, que en la pasada edición de los Premios Zirkólika ya recibió un premio a la mejor iniciativa para la proyección del circo.

Esta joven asociación creada a finales de 2008, se creó con la intención de promover la cultura del circo en Terrassa. Hoy en día disponen de un local de ensayo con una setentena de usuarios habituales. Las actividades principales de la asociación son la gestión del espacio, la formación base para jóvenes, los cursos de perfeccionamiento, las compañías residentes y la organización de eventos culturales, donde se enmarca el festival de circo que se celebra en el barrio de la Maurina. Albert Ubach Font, presidente de Tub d’Assaig, recuerda que el festival no siempre se ha realizado en esta localización, pero parece que actualmente la voluntad del ayuntamiento de Terrassa es de mantenerlo ahí para dinamizar un barrio con poca oferta cultural. La asociación circense le reclama recursos para poder desarrollar este plan, puesto que con dos días de actividad al año es evidente que les sabe a poco. Su reclamación se concreta en la obtención de un espacio desde donde poder ofrecer formación e implantación circense en el barrio.

Pese a las dificultades (hasta mediados de julio el ayuntamiento no había confirmado la ayuda – tela, telita-), la 5ª edición del festival se ha podido celebrar con éxito y solvencia. Hacía tiempo que no veía un evento escénico con tanta presencia de público familiar. Un auténtico ejército de niños ocupaba el suelo de la plaza en cada actuación. Los padres y abuelas sentados detrás, en un segundo plano. «Se ha perdido un niño de 5 años que lleva una camiseta de Neymar…», frases como esta se oían a menudo, repetidas por unos incansables organizadores. Me sorprendió muy positivamente el presentador de las actuaciones, Ricky el profesor de tenis, un personaje descarado y muy divertido (me recordó a los primeros personajes de La Cubana), que encajaba perfectamente con el ambiente que se respiraba entre el público. Me gustó el modo en el que, a parte de dinamizar todo el tinglado, aprovechaba sus momentos para recordar a la gente que cuando acaban las actuaciones hay que aplaudir a los artistas y no salir corriendo al otro escenario o que las sillas no se pueden mover de un lado para otro. No se nace espectador y se notaba que entre el público había varias primeras experiencias escénicas.

En cuanto al programa artístico, me sorprendió el nivel general de las actuaciones en un evento de calle y gratuito como este. En la primera jornada del festival, los 2Play presentaron «Starfatal», una pieza de acrobacias, equilibrios, malabares y humor. Es el segundo espectáculo que veo de esta compañía, que domina a la perfección una puesta en escena que combina el más puro showtime con la disciplina y el rigor de unos grandes acróbatas. Para qué cambiar cuando la cosa funciona, deben pensar, porque la verdad es que no han cambiado nada a nivel conceptual desde la última pieza «Comeback». Mucho circo tiene esta gente. La compañía Albadulake presentó «Tres en caja», un espectáculo breakdancero que no sabes muy bien hacia donde te lleva, pero que tiene una gran plasticidad. El solo del cómico Asier Garnatxo («Kompass») dio el toque poético. No pude verlo entero, pero noté una gran conexión entre este gran malabarista y el abarrotado público.

En la segunda jornada brillaron los franceses de la Compagnie du Fardeu con «La machine» un gran espectáculo de calle. Un engranaje de catapultas y artilugios varios (que recuerda a las estructuras de la compañía holandesa Tuig que hemos podido ver por aquí en alguna ocasión) sirve a los tres intérpretes para desarrollar una serie de ejercicios malabares muy originales. Pero sobre todo, cabe destacar el actorazo Mikis Matsakis, que interpreta un tímido personaje enfermizo cuya mirada y gestualidad aún no me puedo quitar de la cabeza. Un espectáculo muy francés. Los Desastrosus Circus presentaron «Aquí no hi ha ningú», una pieza que hay que entenderla en su contexto, como me decía el fotógrafo de circo Jesús Atienza, y que deleitó a los más pequeños. Circo clásico de toda la vida para una compañía que cumple 20 años, ¡felicidades! El día terminó con una gala a la que solo pude ver el trio Bolongo con un ejercicio de báscula y al mago local Manu, que hizo el clásico número de la caja y las espadas.

Esperemos que el año que viene Tub d’Assaig pueda confirmar el presupuesto con un poco más de antelación y poder trabajar con mejores condiciones. Gracias por esta fiesta del circo que casi «se tira a pulmón» como dice Jaume Delclòs, uno de los voluntarios, y hasta el año que viene.


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