La poesía y el humor protagonizan los Buskers Festivals a lo ancho y largo de todo Europa. Los artistas ofrecen su trabajo en los rincones y espacios públicos de las ciudades donde se celebran en un amplio horario diario. Gentes y gentes, el público, que inundan las calles de las ciudades. Muchos de ellos distraídos y despreocupados, otros interesados y algunos profesionales del sector a la búsqueda de talentos.
El reto es ganar la audiencia. Una audiencia que no es tal, y que tiene que llenar «la gorra» con signos tangibles de agradecimiento: euros, dólares o libras que son, la bolsa de valores de músicos y artistas callejeros, bolsa que nunca se cierra. Porque hay que saber que en los buskers festivals los artistas no reciben remuneración. La generosidad de los espectadores es especialmente apreciada.
Hay un poco de todo en la forma de organizar los buskers festival. En líneas generales influye mucho el tamaño del evento. Como decíamos no se paga a los artistas y plantean niveles distintos en el tratamiento a los mismos. Están los artistas invitados que reciben alojamiento, manutención y apoyo en los viajes. Tienen la obligación de permanecer todo el festival. También hay artistas acreditados que disfrutan de convenios especiales para comer y dormir. La organización decide cuántos días permanecerán en el festival. Y por último, también participan artistas off, que acuden por su cuenta y riesgo.
Existen buskers festivals en muchas partes de Europa como Neuchatel (Suiza), Suiraca (Serbia), Toulouse (Francia), Dublín (Irlanda), Barcelona…
En Italia, el Ferrara Buskers Festival, con sus 800.000 espectadores, está considerado como uno de los eventos más importantes del mundo dedicado al arte callejero. Nace en 1987 con el objetivo de valorizar la figura del artista callejero y de dar más visibilidad a una ciudad rica por su historia y por su encanto, que además es Patrimonio de la Humanidad. El festival alcanza y supera todas las expectativas año tras año, convirtiéndose en un verdadero motor en la economía de la ciudad, cada vez más centrada en el turismo cultural (alrededor de 1 de cada 3 espectadores afirman haber descubierto Ferrara gracias al Festival).
Gracias a su éxito, Ferrara ha conseguido un efecto de mímesis y ha extendido la iniciativa en más de 200 puntos de todo Italia.
En Suiza, muchos espectadores, procedentes de todo Europa disfrutan de un emocionante viaje alrededor del mundo en busca de sonidos familiares y exóticos en el Berna Buskers Festival. Otros se embullen en un emocionante juego de pistas para encontrar las performance más originales y atrevidas, o los artistas más imaginativos y sorprendentes.
El festival, con su especial organización, permite disfrutar de representaciones culturales muy diversas por un dinero «voluntario». Los escenarios callejeros y el acceso gratuito garantizan una cercanía máxima al público. Actuarán artistas y grupos profesionales de la región, de todas partes de Suiza y del extranjero. Música, baile, teatro, comedia, títeres y espectáculos artísticos, con sonido acústico o bien con una mínima amplificación, en pequeños escenarios con el pintoresco casco histórico de Berna, Patrimonio mundial de la UNESCO, de fondo.
Y son, sobre todo, fiestas interminables, fiesta móviles, que se expanden en mil direcciones, capaces de ofrecer sorpresas en cada esquina: un río de alegría, fascinación, maravilla, que invade las calles y plazas de uno de los centros históricos más bellos de Iitalia, Ferrara y consiguen magia en una ciudad de «cuento de hadas» como es Berna. Y son únicamente unos ejemplos de la fascinación de los buskers festivals. Son una manera de entenderlo. Quizás no la más exportable. Nunca he apoyado que los artistas no cobren. Estos festivales lo entienden así. Es, sencillamente, su manera de entenderlo.
