Críticas de espectáculos

Tarzán/Edgar Rice Burroughs/Ricard Reguant

Otro atractivo musical de Rodetacón Teatro

 

La compañía extremeña Rodetacón Teatro, en los últimos años se ha especializado en ofrecer al público musicales de entretenimiento familiar (algo muy característico en los musicales de las películas de Disney). Después del éxito del pasado año, «El Maravilloso Mago de Oz», esta temporada acaba de estrenar «Tarzán», otro atractivo espectáculo de este género teatral que se atreve ahora con el clásico del «hombre-mono» con taparrabos más famoso de todos los tiempos, aquel tan espectacular estrenado en Broadway en 2006. Pero bajo una producción austera e ingeniosa de Juan Carlos Parejo, que de igual forma que la anterior se está representando, llena de magia, en escenarios de mediano formato.

El espectáculo es bastante fiel al mito de la novela de Edgar Rice Burroughs –recreada en los cómics y en el cine- que sigue el incipiente pensamiento ecologista. El libreto está logrado en un buen trabajo de síntesis que resalta el pensamiento protector de la Naturaleza de Tarzán –ese personaje ficticio que lleva sangre humana pero su corazón está en la selva, lejos de la civilización- y que, tratado de forma casi paródica, goza de la exquisita frescura y sutileza de las producciones populares, compendiando momentos cargados de fábula, atrayentes al público infantil. También, está recreado humorísticamente con la riqueza de personajes secundarios, seres de la jungla que son metáfora de un sentimiento y cada uno que aparece es más gracioso que el siguiente.

En la puesta en escena repite Ricard Reguant, experto director de este género teatral, que igualmente que en «El Maravilloso Mago de Oz» ha sabido seleccionar un buen equipo musical y escenotécnico muy creativo y formar un variado elenco de actores capaz de dominar muchos estilos. El montaje donde la imagen, la interpretación y la música coexisten en una comunión perfecta trata un amplio cóctel artístico en el que se sirve acción, diversión y espectacularidad. Todo ordenado en un espacio escenográfico –diseñado por Pablo Almeida- muy propio de la selva africana en la que se da rienda suelta a la aventura. Y donde vuelven a destacar el arte esencial de Nuria  de Córdoba, aplicando una coreografía exótica con ímpetu en los movimientos, Ferrand González, muy inspirado en la creación de la banda sonora, con las canciones, tan alegres como tiernas, de Xenia Reguant (que nada tienen que envidiar a las de Phil Colling, de la famosa película y obra teatral), las cuales otorgan singular ritmo y fuerza a la propuesta. Todo completado con un juego luminotécnico de maravillosos sombreados y contraluces de Luis Perdiguero, y con el vestuario descriptivo de Maite Álvarez (genial en la creación de algunos personajes de animales, como la araña). También resulta muy singular el divertido juego de participación con el público (cuando convierte al auditorio en animales de la selva utilizando el programa de mano como máscara).

En la interpretación, destaca un elenco de virtuosos actores que en conjunto asombran por su dinamismo dentro de una economía de planos. Gorka de la Nuez (Tarzán), consigue reflejar cómicamente su personalidad de hombre salvaje con excelente expresión corporal –sobre todo en el gesto típico del redoble de pecho que acompaña el famoso grito de Weissmüller (aquí grabado)- pero le falta transmitir mejor su crisis de identidad y, acaso, aprovechar las lianas con algún número acrobático (al estilo del montaje en Broadway). Teresa Abarca (Jane), guapa y sexy, logra ser el eje de los mejores momentos cómicos -en el marcado contraste de aristócrata algo pija y tontita- adaptándose a un hábitat que no es el suyo. Tamara Agudo (Chita), es un prodigio de actuación manejando la marioneta de su personaje primate y todos los demás roles, donde se luce sabiendo utilizar la energía en todos los registros artísticos, Fedor de Pablos (Tobbey), muestra seguridad y oficio en tono jocoso como personaje ambicioso y malvado. Raúl Cassinerio (Joseph), brinda mucha hilaridad como científico despistado y bobalicón. Oscar Capoya (Hunga-hunga) aporta simpatía y mucho juego escénico. Mariola Peña (Araña y otros) y Alicia Mencia (Cocodrilo y otros), llenan momentos de acción, con sus personajes y coreografías, magistralmente logrados con una belleza formal exquisita.

José Manuel Villafaina


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