Rebel delirium

Una señora historia

«La història d’un teatre lliure» es el documental que se podrá ver este sábado 26 de octubre en el Canal 33 a las 22:30 h y que se presentó hace unos pocos días en el mismo Teatre Lliure de Montjuic. Se trata de un viaje contado por los mismos protagonistas: Lluís Homar, Anna Lizaran, Quim Lecina, Toni Sevilla, Fermí Reixach, Muntsa Alcañiz, Pere Planella, Imma Colomer, Emma Vilarassau, Domènc Reixach, Guillem Jordi Graells… La pieza es emocionante porque es una historia de amor y entrega total a un proyecto. Es la historia de un compromiso ético, político y estético. Es un capítulo importante de nuestra historia teatral, que puede que nos conmueva aún más estos días, precisamente por la ausencia de compromiso de muchas iniciativas culturales actuales.

El documental me hizo pensar en muchas cosas que el profesor Joan Casas había pronunciado esta misma semana en una conferencia que inauguraba la temporada de La Perla 29. Se habló del concepto de «compañía» y Casas decía que una compañía define un estilo, una «manière», una forma, un modo. Toni Sevilla decía lo mismo en el documental de la historia del Lliure: «El Lliure tenia una manera de fer». Seguramente es esta determinada forma de hacer las cosas la que cautiva al espectador. Casas decía que en determinados teatros la gente se reconoce y se siente como en casa, mientras que en otros es como si estuviéramos invitados. Yo en el Lliure me he sentido muchas veces como en casa.

Otra cosa que se dijo en esta charla, refiriéndose a la generación de los setenta, era lo difícil que fue para toda esta gente la conquista del «yo». Fueron «nosotros» antes que «yo», decía Casas. Esta idea es como el leitmotiv de la primera etapa del Lliure y que se ve perfectamente en la película. «El Lliure èrem tots». Cuando se estrenaba, estrenaban todos, desde la administrativa, al iluminador y al actor, y «todos estábamos nerviosos», recordaba Mercè Sindreu, la histórica contable, a la salida de la proyección. Todo el mundo hacía de todo, pintar, fregar, construir la escenografía… Probablemente es por todo esto, por esta «manière», que La Perla 29 recuerda al Lliure de los inicios.

El documental descubre divertidas anécdotas, como el hecho de que todos los del Lliure eran también cooperativitas de La Lleialtat, la cooperativa de alimentos propietaria del local de Gracia, y de lo barato que era comprar los productos allí. O de lo absorbente que era el proyecto – comían y cenaban juntos -, un proyecto de vida y trabajo. Lluís Pasqual recuerda que un día un amigo le paró por la calle y le dijo, «¿qué, todavía estás en el convento?»

La figura de Fabià Puigserver se hace omnipresente durante toda la película, como no podía ser de otra manera. No recuerdo qué testimonio enfatiza la concepción de teatro con espíritu público que Puigserver tenía para el Lliure. Fabià quería llenar vacíos que había en la cultura catalana, de ahí el encargo que le hizo al músico Joan Pons (orquestra de música de cámara del Lliure) y las relaciones con el mundo de la danza. Cesc Gelabert recuerda con emoción la primera estrena de una pieza que hicieron un lunes en el Lliure, porque era el día de descanso de la compañía. En un momento en que las artes escénicas solo eran música y teatro, Fabià quiso que la danza ocupara un espacio.

Pep Montanyès, llamado a dirigir el Lliure después de la muerte de Fabià por su perfil de creador y gestor, lo primero que hizo fue crear la Asociación de Espectadores del Lliure. Me impresionó oír esto, porque con esa «simple» acción, vi la generosidad del personaje, la coherencia con el proyecto y la visión que tuvo en aquel momento. Cuando ahora todo el mundo habla del público, Montanyès ya pensaba en esto hace 25 años.

Creo que hay un desliz en el documental y forma parte de esta operación de desmemoria de períodos y personajes claves de nuestra historia. Me refiero al momento en que se habla de lo que había antes de la creación del Lliure. Por lo que se dice, da la impresión que antes del Lliure solo había la noche oscura y las tardes de Joan Capri en el Romea. Y pienso, ¿en 80 minutos de documental (la versión de la tele será más corta), no han dedicado unos segundos a hablar de dónde veníamos? ¿Ni una mención a la Escola d’Art Dramàtic Adrià Gual (EADAG), a la figura de Ricard Salvat, o de las tardes de teatro mayúsculo que se vivieron en la Cúpula del Coliseum durante los años 60? Me parece sencillamente increíble. Suerte que precisamente este fin de semana, la gente de La Perla 29 (no podían ser otros) producen un montaje durante solo 3 días con los antiguos integrantes de la EADAG. La memoria… ay, señor.


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