Animalada
Espectáculos que te dejan «touché» se ven pocos al año. Uno. Dos, con mucha suerte. Esto no que quiere decir necesariamente que el resto sean malos, al contrario. De los sesenta o setenta que vi la temporada pasada, por ejemplo, hubo muchos de altísima calidad. Pero ahora me estoy refiriendo a un tipo de espectáculos que comen aparte. Son aquellos que a la salida del teatro te persiguen toda la noche (o a lo mejor durante varios días o incluso semanas), los que te dejan sin respiración.
La temporada pasada me pasó una vez, con «L’autre», una pieza del italiano Claudio Stellato que vi en el Festival Novag Cirkusa de Zagreb, que precisamente celebra su novena edición este fin de semana. Recuerdo perfectamente la sensación, era casi como incómoda. Algo sucedió aquella noche. Hace unos cuantos años me pasó con «Le sort du dedans», de la compañía Baró d’Evel, capitaneada por Blai Mateu, hijo de Tortell Poltrona. Curiosamente ambos espectáculos son circenses, esto me da qué pensar. Pude ver el espectáculo de Baró d’Evel dos veces, la primera en Olot y luego en el Mercat de les Flors de Barcelona. «Le sort du dedans» me pareció un espectáculo de otra galaxia. Un monstruo, algo único, de una belleza espectacular, de una sensibilidad exquisita… Pere Pinyol, el director del Price, fallecido esta semana tras una larga enfermedad, decía que si los espectáculos no tocan alguna cosa de la cabeza, del corazón o del sexo, a lo mejor habría que poner en duda la necesidad artística. «Le sort du dedans» me machacó las tres cosas, me dejó absolutamente KO. Y creo que a mis amigos les pasó lo mismo. El espectáculo ganó en el 2010 el Premio Nacional de Cultura de la Generalitat y Premio Ciudad de Barcelona de Teatro.
Pues bien, este espectáculo ya no se podrá volver a presentar en Catalunya.
Cinco grupos políticos han registrado en el Parlament una proposición de ley que prohíbe «los espectáculos de circo con animales» y su «instalación» en Catalunya. En «Le sort du dedans», efectivamente, aparecía un maravilloso caballo.
Sin duda el tema es controvertido, pero la verdad es que aquí han pasado una serie de cosas realmente inexplicables. Espero que haya enmiendas en la proposición y se incluyan excepciones y matices. En primer lugar, ¿cómo es posible que la Asociación de Profesionales del Circo de Catalunya (APCC) no sea consultada? ¿Por qué nos dotamos entonces de asociaciones profesionales de cada sector (teatro, danza, circo…), para luego no tenerlas en cuenta?
En segundo lugar, ¿es razonable no distinguir en una proposición de ley de este tipo entre animales salvajes y animales domésticos? ¿Es razonable hablar de animales en genérico? ¿Estamos diciendo que el Circ Raluy, por ejemplo, no podrá hacer sus entrañables números con perros? Entiendo que parte de la problemática viene por el tema del transporte y alojamiento de los animales cuando están en gira. ¿Pero es que las compañías de circo tradicionales en carpa no pasan exhaustivos controles para avaluar estos temas? Seguro que hay circos tradicionales con animales que no cumplen con la normativa. Hay que perseguirles y actuar contra ellos. Pero, ¿es que estamos por la prohibición y no por la regulación en esta materia, como hacen la mayoría de países europeos?
Genís Matabosch, director del festival de circo de Figueres, decía en un artículo reciente al respeto que la ignorancia es atrevida. Y sobre todo, se es atrevido contra los más débiles, contra el hermano menor de las artes escénicas. ¿Es realmente esto un símbolo de madurez como sociedad?
«Le sort du dedans» hablaba entre otras cosas de libertad, también en relación con los animales. ¿Quién es más animal? Nunca había visto un trato tan exquisito con un caballo, amor en estado puro, y respeto, mucho respeto. Fue Premio Nacional de Cultura, y ahora se prohíbe su representación en Catalunya. Me resulta incomprensible.