Estar preparados
Hace unos días, en una página de internet, vi una fotografía en la cual un niño de rodillas junto a una bicicleta, escribía en una pared:
«Los Reyes Magos no existen
El hombre del saco no existe
Papá Noel no existe
La cigüeña de París no existe
El ratoncito Pérez no existe
¿Cuándo tendremos edad para saber lo de Dios?»
Y me quedé pensando cuándo tendremos nosotros edad para saber lo de Dios y muchas otras cosas, y cuándo estaremos preparados para que nos traten como ciudadanos y como personas con capacidad suficiente para tomar decisiones sobre nuestro destino sin tener que seguir asistiendo, casi sin derecho a réplica, a los desmanes de aquellos que (si Dios existe él sabrá cómo) han llegado al poder desde la política.
Esta semana, en la red, se oían ecos de unas supuestas declaraciones del papa Francisco en el que al parecer declaraba que tanto el «infierno» como la «fábula de Adán y Eva» eran recursos literarios de la Biblia para acercarnos a la imagen de Dios. Al parecer, para disgusto de mucha gente y alegría de otros, dichas declaraciones fueron desmentidas por el Vaticano en su página de Facebook (modernos ellos). Lástima; parecía que algo se estaba moviendo en la iglesia.
Quizás no descubramos hoy que el infierno era un cuento creado para mantenernos maniatados en esta vida ante las consecuencias de la otra, ni cuál era el secreto de la manzana caída del árbol de la ciencia. No lo descubriremos hoy, ni de boca de la iglesia. Luego dirán que el teatro es pura ilusión, la ilusión y los cuentos habitan muchos otros lugares dentro y fuera de los espacios sagrados.
Y mientras las supuestas declaraciones del papa Francisco poblaban la red, los periódicos anunciaban a bombo y platillo las cuentas de una banca que multiplicaba por cuatro sus beneficios en España en 2013 tras un rescate de miles de millones de Euros que supuestamente solo irían a parar a sus cuentas de beneficios. Y los suicidios crecían un 11,3 % en 2012 en España, su tasa más alta desde 2005 antes de que empezara «la crisis». Y la fiscalía se oponía a extraditar a Argentina a «Billy el niño», ex director de policía y torturador durante el franquismo, argumentando que los delitos cometidos entre 1968 y 1975 ya estaban prescritos. Y el gobierno lanzaba una reforma legal exprés, que paralizaría docenas de causas abiertas de genocidios y torturas investigadas desde España a nivel internacional, supuestamente para desactivar la causa abierta en la Audiencia Nacional por el genocidio del Tíbet, evitando un conflicto diplomático con Pekín. Y Gallardón nos decía desde la convención del PP Valladolid que «ni un grito le hará abdicar» hasta llevar hasta el final una reforma de la ley del aborto que nadie le pidió.
Y mientras todo esto ocurría, Andrea Camilleri, escritor italiano de novela negra, nos decía, desde el respeto que producen sus 88 años, que «el pueblo que se resigna está acabado». ¿Cuándo estaremos preparados para dejar de estar resignados?