Negro & negro

¡Ojalá desaparezcan las fronteras!

Y hablando de fronteras, que sutiles cuestiones existen, en tantas ocasiones, que marcan las diferencias en la vida, y en el teatro: tener o no tener intención a la hora de plantearse un espectáculo, tener o no propuesta. Fronteras entre la calidad o la chabacanería, entre el mensaje o el panfleto. Qué fácil es hacer un mal espectáculo y que difícil es hacer uno bueno. ¿Cuál es la frontera entre el mercader y el artesano?, ¿y dónde se encuentra la frontera entre el cómico y el patán? ¿Porqué cuesta tanto reconocer al público como «el respetable», asumir que son individuos inteligentes y pensantes y tratarlos como tales?

El pasado sábado se estrenó con gran éxito «La Escuela de los Vicios», nueva propuesta de Morfeo Teatro, en el Principal de Burgos. Francisco Negro firma la dirección de escena y asume la responsabilidad de llevar a los escenarios «un concentrado de la mejor irreverencia de Quevedo».

Quevedo, que escribió las páginas burlescas y satíricas más brillantes de la literatura española, cuenta también con una obra lírica de gran altura y unos textos morales y políticos de gran profundidad. Criticó con mordacidad atroz los vicios y debilidades de los seres humanos. Sus ideas no difieren tanto a las de su tiempo. Es una manera ácida de afrontarlas, una visión compleja de los acontecimientos, una manera de identificar las contradicciones en lo público y una visión, en definitiva, más crítica de la vida. Todo ello, convierte a Quevedo en un escritor como mínimo distinguido y singular. Denunció duramente la sed de riquezas de los hombres que les lleva a cometer acciones detestables con tal de enriquecerse. Encarcelado varias veces en prisiones tan miserables y húmedas, que salió de ellas gravemente enfermo y debilitado hasta que murió en 1645.

Morfeo realiza una carpintería teatral tan sólida que permite disfrutar de una historia ingeniosa que convierte al espectador en testigo del avance académico de dos alumnos, «cristianos viejos», en la Escuela de los Vicios. Se aplican y aprenden mucho hasta llegar a una calificación final de sobresaliente «con laude». Espectáculo fruto del profundo conocimiento de la obra del autor y de un riguroso tratamiento teatral. La puesta en escena es impecable, la dramaturgia efectiva, el contenido contundentemente sutil y las interpretaciones rotundas. Lección de teatro, lección de cómo representar un texto tan complicado como este. Texto dicho con poderío, proyección, claridad y destreza que pone el listón muy alto en lo interpretativo. Mayte Bona disfruta con un personaje imposible por su dificultad, Felipe Santiago realiza una interpretación de sutil versatilidad y Paco Negro se presenta como un animal de escena, cómico en proceso de extinción. Impresionante el telón de las pinturas negras de Goya, impecable el vestuario, el atrezzo. En fin, una producción con rigor, con factura que el público entiende, codifica, valora y agradece. Impaciente por aplaudir, no puede contenerse más y se arranca a aplaudir en la sátira «Poderoso caballero es don Dinero» en cada una de sus estrofas. Al final, catarsis y largo aplauso con el público puesto en pie gritando ¡SI SE PUEDE!, en Burgos.

El trabajo está ahí. La intención, el mensaje, la factura y el resultado final hablan por sí mismas. El público responde con entusiasmo y, lo que es más importante, con esperanza. Ojalá gire mucho. Ojalá las fronteras invisibles desaparezcan y no existan disculpas para programar un Clásico muy contemporáneo. Y muy necesario.


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