¿De qué sexo es la palabra?

Vida privada.Vida laboral. Vida única

El primer día de clase de actuación con María Azambuya ,ella dijo: «Estoy pasando un momento difícil de mi vida, me estoy divorciando». Aquella introducción al mundo personal de una docente era nuevo para mí.Uno viene de la estructura formal donde los docentes no introducen una clase desde una perspectiva emocional dejando al descubierto grietas privadas, donde el alumno pueda ser alguien con quien se comparte una instancia de vida. Eso me quedó grabado. Tengo hasta el recuerdo de cómo estaba sentada y vestida.

Sus clases eran muy buenas, con exigencia y disciplina. Aquella puerta que se abrió jamás perjudicó o alteró una confianza, una falta de respeto, un atrevimiento o un desorden de su parte. Sino, que ahora con distancia puedo ver claramente: nos estaba diciendo, acá, en este universo, no hay separación, porque uno trabaja con lo que es, no con lo que construye para afuera, acá se limpia al ser.

La primera clase que tuve con Nelly Goitiño también tuvo una introducción desde lo personal: «Cuidado muchachas con los novios, cuidado cuando aparezca uno y te pregunte , y te diga que hay cosas que podés hacer y otras no, que te dé a alegir, o el teatro o yo. Cuidado muchachos con las novias y sus celos».

Nelly Goitiño era completamente formal, no distante ni fría, elegante, sobria y muy discreta. Pero sabía por qué decía algunas cosas en la misma jerarquía que nos hablaba de Artaud, Beckett o Kantor.

Tengo algunas reglas irrompibles: no establezco vínculos eróticos con quienes trabajo. Entiendo que sucede el «enamoramiento» ,es propio de la seducción,la admiración, la fascinación por el talento y la inteligencia al servicio absoluto de la necesidad, esa generosidad voluptuosa, imposible de encontrar en la vida , nos enamora, y está bien que así sea, está bien que suceda, pero siempre teniendo las cosas claras y sin traslado de área. Es la única forma de salir ilesos y de poder avanzar sin confundirse en el camino.

Para adentrarse en la locura hay que estar sano, y para cuidarse la pureza no hay que mezclar las cosas, ni las camas, ni erosionar los sentimientos.

Durante la formación actoral y, a lo largo de la carrera profesional se habla de «la verdad» sin parar. Si hiciéramos una estadística básica, debe ser la palabra más escuchada y formulada en la vida de un artista de la escena. Pero de lo que nadie habla o pone sobre la mesa, ¿de qué verdad estamos hablando cuando hablamos de verdad? Para que ella exista debe haber verdad previa, un cuerpo que carece de verdad es un cuerpo que no podrá producir verdad en el escenario. A diferencia de otros artistas que no trabajan con su cuerpo, el actor, la actriz, ponen a disposición su propia caja de herramientas que es su caja corporal. La verdad escénica se produce con la verdad personal.

Eso es un camino a solas, con las reflexiones, la elecciones, las decisiones, las opciones.

Nadie llega solo, sola, se llega con el diálogo, pero el camino es individual. El yo a solas define y desde ahí genera poética. Singularidad, nada que pueda ser torcido en pos del artificio.

Luego podrá nombrarse: personalidad.

La desnudez es efímera como la escena. Uno tiende naturalmente a construir, a mentir bien, a perfeccionar la mentira. Rozar lo elevado es el milagro que buscamos. Aunque dure nada. Vamos tras ese milagro, el resto es pasaje.


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