Puente de Brooklyn

El actor que dibujaba

En busca de la satisfacción inspiradora que da el ver de cerca el trabajo de uno de los creadores más relevantes de la escena contemporánea, acudí y he tenido el privilegio de observar detenidamente algunos proyectos de Robert Lepage.

Tras disfrutar varios ensayos como «observer» en el Metropolitan Opera de Nueva York, asistí boquiabierto y junto a su equipo, a la grandiosidad de Wagner en manos del maestro.

La escenografía, un conglomerado proyectable formado por 24 piezas independientes y giratorias, se elevaba varios metros y descendía de forma majestuosa dando lugar a diversos espacios y atmósferas.

La transformación de esta estructura podía ir desde un caballo que se convierte en el cielo, el cual se pierde entre un mar de estrellas; a un río furioso que se encoge y se hace barca; al ojo de un Dios que se abre hasta ser un bosque; de un castillo de madera a las montañas … o a un arco iris estelar donde los dioses planean el principio del final de los tiempos.

Tras varias semanas en la ópera fui invitado a Le Caserne, el espacio en la ciudad de Quebec donde Ex_Machina explora, crea y produce gran parte de sus trabajos.

Fui recibido con cariño y con la naturalidad de alguien que te abre las puertas de un espacio que te invita a mirar los mecanismos que hacen funcionar la máquina.

Se te permite mirar, observar, ver, sentir, percibir, valorar, entender, escribir y, entre otras cosas, yo también decidí dibujar.

Con el fin de inmortalizar cada momento que me absorbía como un tornado hipnótico, me apresuré desde el principio a coger el lápiz y llenar de trazos mi cuaderno junto a las notas que tomaba. Mis dibujos empezaban a ser como fotografías hechas a mano que captaban momentos que sentía que debía recordar.

El teatro es puro movimiento y hay algo en el trazo que se mueve con el observador.

Son garabatos con energía, con la premura de estar persiguiendo los cambios del escenario con mi mano en el cuaderno pegada.

Algunos que están hechos desde hace tiempo, los puedo mirar hoy, y recordar las frases o el diseño de luces. Casi me hacen escuchar la música y la estructura sonora.

A través de mis dibujos pretendía inmortalizar algo imparable: un espectáculo y sus ensayos que te atrapan y te hacen inconsciente del paso del tiempo.

Durante esas horas largas y cortas a la vez, en las que el nivel de concentración es máximo e irrompible, todo y todos están conectados a la corriente de energía infinita y fructífera.

Una pasada. Una gozada. Una confirmación contigo mismo de que una creatividad en comunión como esa, es un punto que está muy alto y es poderoso, pero que a la vez esta bajo el mismo techo que tu persona y a tu alcance, y por lo tanto puedes participar de él.

Algo te ha hecho llegar ahí para aprender esa información.

Ese momento es tuyo y a la vez formas parte del momento.

Lo que se genera en una fuente llena de talento y trabajo, salpica y contamina a los que están alrededor.

Todo se pega, también la hermosura.

Como el actor-creador que soy, que delante del trabajo de un gran director, me dejo llevar por la inspiración y me convierto también en el actor que dibujaba.


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