¿De qué sexo es la palabra?

Acto de sumisión

Hoy estreno. Esa cosa intangible que da tanto trabajo. Lo efímero. ¿Habrá algo más verdadero que lo efímero? Hacerlo fuerte y frágil, trabajar como bestias para que un mínimo error destruya esa delgada línea entre ficción y realidad. ¿Qué misterio atrapa lo sagrado?

Lo sagrado nos toma y nos tritura. Los altares varian de colectivos, épocas, contextos, regiones, personas, personalidades, artistas, ¿cuándo lo sagrado se vuelve pagano y lo pagano sagrado?

Anoche cené con dos grandes: Artaud y Grotowski. No nos encontramos desde la teoría, o desde la idea de revisarlos, o implementarlos en el trabajo, en el pienso, en el cuerpo diario de las acciones diarias, sino que cuando se vuelca, siempre aparecen ellos, desde el fondo del túnel. Vienen, vinieron y comimos un poco de carne cruda. Así: nos comimos a los actores, los desnudamos, los vestimos con las ropas cambiadas, rompimos los géneros, la convención de los buenos y malos, las morales licuadas. Y luego sufrimos, padecimos, la mirada del público, en definitiva: el encuentro.

Me sigue maravillando la vigencia del teatro y el acuerdo entre las partes.

Lo efímero y su potencia fragmentada. El detalle de lo efímero, si pudiéramos comprender ese grado de verdad, lo político y el arte se darían cita de una buena vez. Lo político implementado en las politicas culturales de acuerdo al gobierno de turno en el poder. Salvo excepciones en el mundo, el resto nos cocemos en la misma olla con el fondo quemado.

Uno entra en la escena y aprende de las relaciones, de las personas, porque uno puede hundirse en el fracaso del desamor sin cicatrices pero con la hondura del sufrimiento necesario para conocer de cerca¿qué es lo humano? Aquello que inventó Shakespeare y luego tituló Bloom: «La invención de lo humano». Lo humano también es la tragedia, la comedia, el drama, la libertad, la esclavitud, la represión y la perversión de maltratar al más débil y honrar al más hijo de puta poderoso. Eso también somos, no se necesita vivir mucho ni cruzar estepas, desiertos y montañas, lenguas, culturas, tradiciones para encontrarnos atrapados en las mismas miserias y alegrías. Somos ese puñado de carne desesperada. Iguales y diferentes a la vez. Esa maravilla del encuentro se llama teatro, a pesar de la marginalidad constante a la que somos sometidos. Marginalidad mediática, económica, jerárquica, social, cultural, educativa y politica. Desde algun sitio anárquico que aún vive en mí, agradezco la trinchera.

No hay límites para saber del otro. Ese otro gigante y pequeño que está del otro lado de la mesa, ahí, esperando, con la mirada brillante cuando recién me decía que me amaba y ahora besa a otra, a otro, y ahora me abraza. Ese otro , compañero con el que puedo entregarme para saber qué siento y aplicar luego la técnica para sostener el estado que necesita la situación. ¿Habrá algo después de eso?

Después del estado. Después del personaje. Después de la verdad.

Brindo por los teatreros del mundo. Salud.


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