Sud Aca Opina

Depresión

Estoy deprimido.

Pasé frente a la sala de teatro donde mi adolescencia se vio maravillada por actores, escenografías e historias de fantasía, y con tristeza leí la nueva cartelera: «Templo del sagrado … Ceremonias todos los días a las 19:30 horas. Domingos ceremonias matutinas a las 10:00.» No es que tenga nada en contra de alguna religión en especial pero solo pensar que en el escenario los fieles declarando su fe reemplazarían a los actores declamando poesía, simplemente me deprimió. Si bien es cierto todas las religiones tienen en común a través de sus ritos una puesta en escena de primer nivel, el hecho de que fuese una religión específica, sin duda restringía la variedad posible de la programación. A esa sala de teatro le tocó transformarse en templo pero he visto otras funcionando muy bien como panaderías, venta de materiales de construcción, discotecas e incluso restaurantes. La estructura básica de la arquitectura, el esqueleto, se conserva y lo que cambia es el interiorismo y por supuesto, su uso. Gran espacio para una discoteca donde se necesita un volumen de aire importante capaz de resistir las altas temperaturas producto del desenfreno pero sentarse a comer con un techo a más de 20 metros de altura, anclado a la mesa para contrarrestar la sensación de salir volando, no es lo que se podría considerar como el espacio íntimo adecuado para una cena romántica. «La vida es cambio» «Nada es, todo fluye» Parece que algunos grandes pensadores tenían razón, al menos en lo que al aspecto físico se refiere. Todos fuimos unos lindos bebés y el tiempo se ha encargado de transformarnos, aunque no siempre con los mejores resultados. La ciudad y su potencial escénico pueden modificar su aspecto físico ya sea por demoliciones, reestructuraciones, remodelaciones o nuevos trazados viales, conservando siempre imperturbable su carga emocional. La sala de teatro en esencia siempre será una sala de teatro aunque los fieles la utilicen como templo. Para la mayoría de los ciudadanos, aunque la fachada exhiba una cruz en vez del nombre de una obra, la edificación seguirá siendo una sala de teatro. Es esta carga emocional la que debe ser aprovechada en beneficio de la emoción innegable que generan por ejemplo, una buena obra de teatro, un recital de música o un espectáculo de danza. Basta con cerrar los ojos, pensar algún espacio urbano e inmediatamente llegarán imágenes de situaciones vividas. La ciudad no es testigo de nuestra vida, es nuestra vida. ¿Que son las artes escénicas sino un medio para conectarnos con nuestras emociones pasadas, presentes y quizás futuras? En tal o cual plaza participamos de una manifestación estudiantil pidiéndole cambios al sistema, seguramente salimos a la calle para festejar junto a otros fanáticos, alguna victoria deportiva, fuimos a un cementerio a llorar la partida de un ser querido. Los diferentes espacios de la ciudad, la calle, están sembrados de emociones tanto individuales como colectivas y ha llegado el momento irrenunciable de cosecharlas en beneficio de las artes escénicas, en beneficio de la creación artística, en beneficio del hombre. Con la esperanza que algún día se pueda representar Romeo y Julieta en esa plaza donde por primera vez le tomé la mano a una chica para jugar al papá y la mamá ya de manera no tan inocente, parece que mi depresión va en franca retirada.


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