Revisión histórica
Es un riesgo tocar temas de hechos o personajes consagrados por el tiempo, porque la constancia puesta al servicio de la promoción de éstos los convierten en reliquias ante las cuales sólo es permitido expresar palabras de sumisión; pero debemos correr el riesgo si estamos interesados en conocer cómo reaccionan los símbolos sagrados cuando se pone en discusión su origen y la forma como han consolidado su existencia en el tiempo.
En nuestra columna de la semana pasada escribimos algo acerca de la sensación de fin de época que experimentan quienes han estado en sintonía a lo largo de su vida con quien muere, no solo por la proximidad física, sino por las ilusiones que despiertan quienes son capaces de estimular los sueños y los deseos de los demás, y por tal motivo se genera en ese momento la necesidad de hacer un alto en el camino para poner en reposo el pensamiento y permitirle evaluar el tiempo transcurrido e identificar los temas pendientes.
La muerte de escritores, que fueron parte del denominado boom latinoamericano, movimiento cuya fortaleza literaria permitió a las circunstancias hacer el bosquejo de una especie de hito histórico, a través de la política, en la siempre despistada y convulsionada América Latina, y crear muchas ilusiones, ha terminado por adelgazar la influencia de este movimiento, cuya debilidad histórica, creemos, empezó a mostrarse cuando los sueños forjados por éste comenzaron a ser desplazados por el mercantilismo y las relaciones de poder conquistadas por sus protagonistas, una consecuencia a la cual no escapa con facilidad un evento cuya notoriedad alcanza altos niveles de popularidad
El boom latinoamericano fue un movimiento literario, nadie lo discute. Su irrupción permitió a los latinoamericanos creer en la fuerza de sus pensamientos y en la capacidad de las ideas nativas de competir en solidez conceptual y en proyección social con las importadas de Europa, que en materia de filosofía, literatura y política siempre habían condicionado nuestro pensamiento, y nos habían inducido a actuar y decir con resignación lo mismo que ellos hacían y decían, y por eso despertó sueños dormidos de independencia, porque las opiniones libertarias de quienes fueron parte de la hazaña literaria que originó el movimiento empezó a preocupar a quienes detentaban el poder, muchos de ellos afectos a las causas dictatoriales que en América Latina marcaban época.
Este movimiento despertó muchas emociones. La variedad de interpretaciones cuyo objetivo era la controversia entre quienes querían reconocer su importancia y quienes tenían la misión de desprestigiarlo, es quizás la razón por la cual fueron arrinconadas las posibilidades de que el mismo tuviera también una consecuencia favorable para el desarrollo de las letras en el continente, porque mientras unos terminaron convertidos en desafortunados emuladores de los notables escritores del movimiento, otros se dedicaron a imaginar audacias y a tratar de convertirlas en novelas que nunca trascendieron.
Es tiempo de revisar la historia, y definir cuánto impulso emocional ha incidido en su construcción.
A pesar de haberse dicho y escrito tanto acerca del boom, somos de la opinión de que aún quedan análisis por hacer, y son los que por fuerza deben empezar a hacerse sin la injerencia de sus protagonistas, porque ya se han marchado.
El boom merece una mirada para determinar de una vez por todas si fue una realidad o es todavía un sueño.