¿Cuándo terminará la crisis?
Para los políticos de este país ni siquiera ha comenzado. Se han dedicado a recortar libertades y derechos, a reducir los salarios, a cobrar la sanidad y a freír al personal a multas de todo tipo y pelaje. Mientras, ellos, han reducido diez coches oficiales entre una flota de doscientos y a 7 asesores de los 150 que tenía, únicamente, el Presidente del Gobierno. Se han dedicado ha apretar el cinturón de los españoles mientras el suyo, por razones obvias, iba corriéndose de agujero un mes sí y el otro también. Tampoco ha comenzado la crisis para los ejecutivos de los bancos, ni de las grandes empresas, ni del Ibex 35, los cuales cobran 100 veces más que su segunda línea jerárquica. Los ratios económicos parecen que mejoran pero cuando los especialistas los analizan, no preguntan nunca ni a los parados, ni a los pensionistas, ni a las familias que no tienen ni un ingreso al mes, ni a los indigentes, ni a los jóvenes con tres idiomas y carrera que se van a Londres, ni a los inmigrantes, ni a los autónomos, ni a los curritos de a pié. A esos no preguntan. Hablan de la prima, la de riesgo, de la Merkel, incluso de Montoro. Garantía de credibilidad y solvencia. Garantía de honestidad y eficiencia.
Pero, ¿cuándo va a terminar la crisis en las artes escénicas? Nunca. Las artes escénicas siempre han estado en crisis, ¿no lo sabían? Lo que ocurre es que ahora, ya no están en crisis. Están directamente en coma inducido no transitorio. Este gobierno no mueve nada para modificar el IVA cultural, parchean con programas «estrellas» para disimular, e intentar paliar sus errores. Censuran a través de la sutil red de funcionarios organizada contra todo aquel que se mueve en la dirección no marcada. ¿Cómo les llaman?. Anti-sistema. Censuran, sobre todo, la ideología, coartan la libertad de expresión y asfixian al disidente. Modelo de Democracia, democracia a la española.
Hoy día, que la situación es tan delicada cada uno ponemos nuestro granito de arena. Los presupuestos municipales se reducen hasta lo inimaginable, los apoyos forales se convierten en irrisorios, las subvenciones gubernamentales se convierten en un «coffee with milk for everybody», se visten unos «santos» para desvestir otros. Los críticos se ponen dignos y reparten «piropos» por todos los lados, los programadores hablan de dramaturgia, los distribuidores opinan sobre la creación, algunos del entorno, proponen políticas culturales…y aquí nadie se gasta la «pasta». Nadie salvo los artistas.
Los artistas, divididos entre los del Régimen y los otros. Los primeros dirigen centros dramáticos, gestionan teatros nacionales, son adjudicatarios de la gestión de teatros públicos desde lo privado, producen con apoyos y subvenciones. Los otros, están siendo censurados, están siendo perseguidos. Nadie les programa, les fríen a impuestos y se les exige como si fueran de los primeros. A veces se ningunea sus espectáculos con expresiones como…»es antiguo», le falla la «dirección de escena», no lo «entiende» el público, o peor, no es adecuado para «mi público», como si les hubieran preguntado uno por uno. Sandro Rey es un aprendiz al lado de alguno que otro. ¿Cuándo terminará la crisis? Pues, no lo sé. Aunque me pregunto, ¿realmente queremos que termine?