La ruptura de géneros escénicos y los múltiples comportamientos del público.
Reacciones diversas frente a la caída de paradigmas.
Nuevos comportamientos.
Uno trabaja sobre la creación y sus fronteras, moldea, ensaya, medita conversa, intercambia opiniones desde la charla y desde la escena con los actores y colaboradores. El control del proyecto escénico tiene sus limitaciones, pero ¿qué pasa cuando uno siente que se pierde el control? Uno le indica al otro: sé libre, liberate de las convenciones de cómo y cuándo reaccionar y apela a tu subjetividad para decidir tu comportamiento. Y entonces uno piensa: misión cumplida, entregué la criatura. ¿Qué sucede cuando el público haciendo uso y ejercicio de su libertad libera energías y reacciones completamente imprevistas para nuestra creación escénica? Y entonces el público decide hacia donde llevar ese material. Arrastra a los otros que quedan cautivos de risas constantes e intermitentes.¿El público decide de qué género es un espectáculo cuando no se plantea uno definido desde el escenario?
Los actores y yo reflexionamos después de la función. No logramos ponernos de acuerdo. Todos pensamos cosas distintas, pero nos preocupó el asunto y nos desajustó. Ahora, luego que logro bajar un poco e intento ordenar las ideas pienso: uno habilita al otro a desestructurarse luego uno no puede ser el reaccionario frente a lo inesperado. Entonces uno vuelve sobre sí y se pregunta¿buscaba esto? En realidad no buscaba nada, no tenía un lugar claro, pero desestructurar no es que el otro reaccione como uno pudo imaginar o suponer. Ahora, el escenario nunca puede perder el control al menos que el proyecto contenga esa característica, pero qué se hace frente a esas propuestas inesperadas, quizá no estábamos preparados para asimilar esas reacciones e intentar revertirlas. Quizá sea hora de pensarlas e incorporarlas como material que nos permite volver a estar vivos y con la alerta más fuerte que nunca. El espectáculo transcurre en una convencional «caja italiana» no hay ruptura del espacio, ni para los de un lado ni para los del otro, sin embargo sucede una gran ruptura de parte del espectador al elegir cómo comportarse y como reaccionar, sin que eso esté tan claro cuando comienza el acuerdo escénico. Aparentemente todo está más «ordenado» de lo que parece, al gente se sienta donde debe sentarse y la escena sucede en un cuadrado sin salidas ni imprevistos, sin embargo, a pesar de que no hay desplazamientos aparentes, los desplazamientos y los movimientos interntos en una hora y 18 minutos son más y más de los que uno hubiera imaginado a priori, ¿se pueden proyectar estas cosas? Creo que no.
Pero me hacen volver sobre las rupturas ,¿ cuáles son las profundas y cuáles no? Y, ¿qué hacemos después de eso? También corroborar que uno tira de la piola y una vez del otro lado responden, reaccionan, ¿nos habíamos olvidado de preveer qué pasa cuando reaccionan?
La ruptura sin llegar a ser una «gimnasia institucionalizada» por parte de los creadores, también es un dulce, a quienes nos gusta el desafio de enfrentarnos con nuestros límites.
Durante días quedé pensando en eso, la importancia de las politicas públicas en relación a la educación de públicos, a la continuidad, la apertura hacia el proceso creador, en la medida que las personas conozcan más sobre nuestro trabajo, procedimientos y cocina previa de lo creado, más interés despertará y se activrá el deseo, me alimenta la ilusión y desde ahí intento seguir.