Sud Aca Opina

E pur si muove

Aparte de los movimientos de la tierra más conocidos como son la rotación, la traslación y un par más de los cuales olvidé sus nombres, de vez en cuando la tierra se agita como si tuviese frio. Tiritones que a muchos hacen congelarse de temor. Vivo en un país que está en lo que algunos expertos, de manera poética han llamado el cinturón de fuego del pacifico, donde los sismos son pan de cada día, un alimento muy nutritivo para la histeria colectiva. De los 10 terremotos de mayor intensidad registrados en el planeta, al menos tres de ello nos han movido el piso a nosotros y el más importante de la historia, sucedió en 1960, en la ciudad de Valdivia y tuvo una intensidad de 9,8 grados Richter. Cabe señalar que esta escala de medición no es lineal por lo que un terremoto de 9 es 10 veces más fuerte que uno de 8 y 100 veces más intenso que uno de 7. Es dado decir que cada cierto tiempo la naturaleza demuestra su furia, afirmación que no tiene ningún asidero lógico, sobre todo porque la furia es patrimonio exclusivo de animales carentes de razonamiento, como a veces puede llegar a ser el género humano.

Un sismo, sobre todo si pasa durante la noche, es más que un simple movimiento, es un síndrome complejo al cual el ser humano le introduce además, variables de comportamiento irracional. Primero, obviamente, somos despertados por el susto que nuestras abuelas fueron las encargadas de introducir en nuestras mentes y que suele ser mayor que el mismo movimiento. A ponerse algo encima por si hay que arrancar. Después comienza a caerse la vajilla de la cocina y uno que otro cuadro colgado con poco esmero. La mujer, desde siempre la encargada de conservar la especie, entre gritos por lo general descontrolados, se encarga de tomar a los niños y correr a ninguna parte, mientras que el hombre con visión de futuro, para enterarse de la situación global una vez pasado el movimiento, se encarga de sostener el televisor para que no termine hecho añicos en el piso. Luego se apaga la luz y aquellos que vivan en pisos altos, podrán disfrutar de un fantástico espectáculo pirotécnico por los cables del tendido público que chocan entre si y los transformadores eléctricos que hacen corto circuito con chispas multicolores. Por el movimiento se activan las alarmas de automóviles y locales comerciales. El pánico se apodera de quienes tratan de salir a la calle bajando las escaleras de los edificios y conociendo por primera vez a sus vecinos. El sismo pasa pero muchos se encargan de sentir replicas cada vez que pasa un camión. Al rumor de posible desabastecimiento la gente compra más de lo que necesita, incluso agua envasada de esa que no han bebido ni beberá jamás y como es lógico, se acaba todo en el mercado. Los especuladores de siempre comienzan a vender el agua a precio de gasolina y la gasolina a precio de combustible espacial. Se comienza a vivir un sismo que remece los cimientos mismos de la moral porque no se roba pero si se abusa impunemente del pánico ajeno. Alguna vez escuché que desde un punto de vista económico, dejar de ganar es perder. Durante grandes crisis se han generado grandes fortunas en base a la especulación abusiva y un terremoto brinda la oportunidad para algunos de enriquecerse pisando la cabeza de otros. Un sismo pasa en no más de 3 minutos que se hacen eternos pero sus consecuencias, primero físicas por las pérdidas materiales y luego sociales por la pérdida de humanidad, pueden durar mucho tiempo, incluso no terminar jamás. Lamentablemente aún no se ha desarrollado una metodología confiable como para predecir los sismos y evitar así sus efectos negativos, en cambio para el comportamiento humano la experiencia dada por el tiempo, nos permite predecir que ante situaciones complejas, la mayoría de las veces actuará de forma egoísta con efectos cataclismicos devastadores. Es sabido que es mejor cuando la tierra libera su energía de manera gradual mediante pequeños movimientos a veces imperceptibles a que lo haga de una sola vez, para el comportamiento humano quizás sea mejor soportar constantemente su comportamiento anti valórico cuando sin pagar se come un paquete de galletas en el supermercado, atraviesa el auto en un cruce de peatones impidiéndoles el paso o no saluda a quien considera de un nivel inferior, que esperar las grandes guerras mundiales donde se mata por supuestos ideales positivos, las crisis económicas mundiales como un efecto inevitable de la excesiva especulación, las nuevas enfermedades con carácter de pandemia con mucha posibilidad de haber sido desarrolladas por la industria farmacéutica para enriquecerse con la muerte.

Como durante milenios el comportamiento humano no ha cambiado significativamente en su esencia, quizás debamos acostumbrarnos a los pequeños estertores de su actuar esperando el gran cataclismo por siempre anunciado que afortunadamente no llega.


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