Protagonismo
A pesar de ser los protagonistas absolutos del devenir de nuestras vidas, en la vida como concepto más global, son muy pocos los papeles protagónicos que se llevan todos los laureles como reconocimiento al trabajo de un gran equipo multidisciplinario que ha contribuido para llevar la obra a su materialización. Al igual que en una película de cine en que al final aparecen los créditos donde para contar los personajes principales sobrarían los dedos de una mano y en cambio el equipo necesario para llevar la película a feliz término llenaría quizás varios tomos de una enorme enciclopedia, en la vida lo más difícil es encontrar y aceptar de manera consciente nuestro rol en la producción. Algunos podrán llegar a tener su fugaz protagonismo en un paneo de cámara pero la realidad del día a día es muy distinta a nuestros deseos de gloria. Tramoyistas, guionistas, actores, sonidistas, técnicos de la más diversa índole, estilistas personal de apoyo sin experticia definida y hasta choferes, deben aunar esfuerzos para que la producción final sea lo más perfecta posible. Si trabajamos con esfuerzo en nuestro auto conocimiento, podremos llegar a estar conscientes de cuál es nuestro rol en la mega producción. Lo primero es llegar a identificar cuáles son nuestras ventajas comparativas en relación al resto para no transformarnos en un muy buen actor que al cantar, bien podría hacer que los muertos se revuelquen en su tumba o un sonidista incapaz de sensibilizarse con el murmullo del viento. Por el ego infinito del ser humano, solemos ser auto referentes y mirarnos el ombligo a tal punto de no escuchar una opinión diferente a la nuestra. Es bien sabido que a veces, para encontrar la solución a un problema difícil, basta con salirse de el para verlo en perspectiva y encontrar la salida. ¿Qué mejor opinión que la de nuestros afectos? A veces queremos tanto llegar a un imposible que nos enceguecemos ante la evidencia y seguimos de manera tozuda tratando y tratando, con lo que al final el único resultado posible es la frustración absoluta. Si nuestra poca afinación es nuestra mayor debilidad, no vale la pena insistir en ser cantantes. No quiero decir con esto que debemos renunciar a nuestros ideales pero si escuchar, analizar, internalizar y luego decidir en que pondremos nuestros esfuerzos. En una partida de ajedrez cada pieza es fundamental para defender al rey, desde el más simple peón de los cuales hay muchos, hasta la reina como pieza única. La mayoría de nosotros es artista de circo pobre donde debemos cumplir más de un rol a la vez pues el distinguido señor corales presentador de todos los números, es quien cobra las entradas y también vende palomitas de maíz en el intermedio. Más que diluir nuestro objetivo final cual debería ser un final feliz, la variedad de roles nos da las herramientas y habilidades para afrontar los desafíos que a consciencia después de haber identificado nuestras fortalezas, queramos emprender. La crítica destructiva también nos sirve si logramos reponeros a su efecto demoledor y sacar lo poco de cierto que puede contener para perfeccionar nuestro accionar. Nosotros mismos, somos y seremos capaces de sacar adelante la más importante de todas las obras jamás representada en escenario alguno; nuestra propia vida. Aunque ya estemos un poco retrasados porque la obra ya comenzó, la tarea es pensar, plantear, re pensar y re plantear nuestro papel