Lentes obscuros
Esta mañana me percaté de que estoy rodeado de lentes obscuros. Considerando que eran las siete treinta am y que todavía el sol no iluminaba en exceso como para encandilar a alguien, solo una pequeña parte de esos adminículos ópticos debian haber sido recetados a sus usuarios por prescripción de un oftalmólogo competente. El resto solo los usaba como una careta para ocultar la mirada, para ocultarse de otras miradas, para ocultarse. Eran una especie de mascara de El Zorro, aunque dudo que alguno de los ojos tras el antifaz tuviese la intención de ayudar a los más desvalidos con su valentía blandiendo una espada justiciera.
En la sociedad contemporánea todos parecen esconderse tras caretas de todo tipo tratando de aparentar lo que no son. Con un poco de atención logré distinguir las marcas, todas eran de lujo pirateado, todas hechas para dar un estatus tan falso como la intención de llegar sin hacer ningún esfuerzo por avanzar. No pude dejar de pensar en Maxwell Smart el súper agente 86, ese personaje ochentero de una serie televisiva que se hacía ayudar por el agente 13, quien se escondía en refrigeradores, lavadoras, lámparas, tarros de basura, buzones de cartas, máquinas expendedoras de todo tipo, cajones varios y cuanto anti escondite pudiese existir. Lo que era interesante no era el personaje en sí mismo, sino lo inverosímil de los escondites que utilizaba. Hoy en día esos curiosos escondites no son los mismos pero siguen siendo tan peculiares como lentes, teléfonos celulares, zapatillas deportivas, accesorios con marcas de lujo, etc… ¿Cuantos días de trabajo de su padre obrero significarán las zapatillas de marca que ese adolescente luce con el pretendido desgano de unos cordones sin atar? ¿Qué rol han cumplido, cumplen y deberían cumplir las artes escénicas así como toda manifestación artística en la sociedad a la que pertenecen? Desde siempre las artes han tenido un rol fundamental en la transmisión de valores más allá del mero entretenimiento. La Caperucita Roja ya no se arriesga a desobedecer y cruzarse con el lobo mientras la cigarra llega todos los días temprano al trabajo, incluso antes que la hormiga. Las artes son una manera especial de comunicar apelando a todos los sentidos y por sobre todo al sentimiento puro, ese que puede estar escondido tras unos lentes obscuros de marca. Para quienes han hecho de las artes su vida, la difícil tarea que tienen por delante es la de lograr que su público vuelva a valorar el lenguaje del sentimiento tan alejado de la pirotecnia implícita en la tecnología contemporánea. La competencia parece desleal por cuanto la tecnología está al alcance de un pulgar y envuelta en atrayentes efectos multimedia mientras las artes necesitan de una cierta disposición receptiva por parte del espectador. Quizás la mejor forma de no sucumbir ante el supuesto enemigo, sea planificar las estrategias adecuadas que nos permitan aliarnos con él y buscar la forma de usar las herramientas que la tecnología contemporánea ofrece para crear arte en función de los tiempos que vivimos. Cuando al salir de un espectáculo artístico el público no se ponga lentes obscuros casi como un acto instintivo y podamos ver el brillo emocionado de una mirada, sabremos que las artes escénicas van bien encaminadas para recuperar el sitial comunicacional que parecen estar perdiendo.