¿De qué sexo es la palabra?

Pensar hablando

Como decían los dadaistas, y como hemos intentado todos aquellos que nos relacionamos con la dinámica del vivo, lo presente, ese acontecimiento que no puede cristalizarse, entonces, ¿cómo generamos herramientas o método?¿Será válido sistematizar formas de trabajo?

El maestro ruso al llegar al término de su vida, dijo:» no, eso dicen ustedes que yo dije, pero yo no quiero decir eso, yo busco y voy encontrando cosas, que luego ya no funcionan».Eso es el teatro, y eso es el peligro de enseñar,escribir y redactar leyes sobre cómo ser buen actor, buen dramaturgo o dirigir bien, el peligro de la palabra empeñada, que solo responde a determinado momento del artista que articula en relación a un contexto, grupo, que orienta hacia determinado lugar de reflexión y creación .

¿Entonces?¿Cómo podría organizarce el material indagado e investigado?Habría que definir los fines, ¿registro, memoria, documentación?¿Enseñanza, método, forma?

La definición del material es fundamental, ¿por qué buscamos siempre la doctrina y el secreto del otro en vez de buscar el nuestro?

«Entrenar el entrenamiento». Algo de eso, aceptar la contradicción, y que el hallazgo es el agua en el desierto, que apenas ingerida nos da alivio y felicidad que dura hasta que tengamos que ir por más, con el respaldo que quien busca encuentra, a veces también sucede que no, entonces nos enfrentamos a otra cuestión: entrenar la frustración como parte de esa ruta que no es recta ni siempre va para adelante.

Ahora, también como detectamos la diferencia entre contradicción y «chantada»(snobismo y estafa)Eso forma parte del olfato que debemos desarrollar.

Pero la tendencia a construir verdades únicas, absolutismos de salvación, también son los mecanismos naturales a los que nos aferramos para defender ese minuto de lucidez e ir por más, para convencernos y luego convencer hay que estar más que seguros, delirados en el hallazgo de la verdad que nos pertenece y luego compartirla. Pero habrá pasado un año, dos , cinco y de aquella fuerza indestructible algunas cosas pasan a ser cuestionables, ¿será así?¿Y por qué no bajo este punto de vista? ¿Y si en vez de concentrarnos tanto en la imagen generadora no nos concentramos en las acciones como motor dramático esencial?

Las verdades rotan, cambian de ángulo, uno vive, se desvive, se desdice, se abandona, se vuelve trágico, monárquico, democrático, anárquico, autoritario, se retira al ostracismo, amenaza con la soledad como paradigma esencial y vuelve en unos días abatido por el peso de sus propias palabras que martillan sin cesar día tras día.

Empezar, no es de cero, siempre lo anterior, lo vivido, cala, hace huella, tiene su norte, aunque nos empeñemos en torcerlo, la naturaleza tiene su propia dinámica. Es como si existiera una biología de la creación escénica. La cual también tiene sus ciclos hormonales y vitales y siempre muere en un cuerpo para renacer en otro. De eso se trata la vida teatral.


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