Censura y libertad de expresión
Hace unas semanas en Polonia se produjo un caso de censura eclesiástica y religiosa sobre una obra de teatro, esto ocurrió en el festival de Malta siendo la obra en cuestión Gólgota Picnic, del comisario del festival de esta edición, Rodrigo García. La obra se canceló debido a las amenazas de una serie de grupos de presión social formados por una mezcla de fanáticos religiosos y de hinchas de futbol que amenazaron con causar grandes disturbios de orden público, amenazando tanto la seguridad de los asistentes a dicha obra de teatro como la de los artistas participantes en la obra. Finalmente el 20 de Junio los organizadores del festival decidieron cancelar la obra que estaba prevista para los días 27 y 28 de Junio.
Leyéndome a mí misma veo que quizás llamar a dichos grupos sociales de presión «fanáticos religiosos» sea un poco excesivo, pero no sé cómo denominar a aquellas personas que en base a profesar una religión determinada, en este caso la católica, ejercen la censura sobre la libertad de expresión del resto de sus conciudadanos, no sé cómo llamar a aquellos que sin ni siquiera haber visto la obra de teatro a la que consideraban blasfema y por la que juran y conjuran que todos nos vamos a condenar ejercen mediante presiones y amenazas lo que no consiguen realizar a través de las palabras y el diálogo.
Más allá de la denominación de fanatismo o no, el hecho de que esos grupos sociales de presión la ejercieran de tal modo que deviniera en la censura de un acto cultural totalmente legítimo, ha hecho que en Polonia durante las últimas semanas se haya generado una ola de indignación ciudadana y de lucha por los derechos de libertad de expresión en la cultura. Esta ola de defensa de la cultura no solo se nutrió de cartas y de declaraciones firmadas por representantes culturales de todo tipo denostando lo ocurrido y apostando por la libertad de expresión, sino también por movilizaciones en los teatros de las principales ciudades polacas, realizando lecturas públicas y proyecciones de la obra, así como la publicación del texto íntegro de la obra en polaco en la revista Gazeta Wyborcza. La movilización en defensa de la cultura en los últimos días ha sido impresionante, a pesar de la censura ejercida por motivos religiosos, la libertad de expresión salió a la calle y no se quedó en casa entre las rejas construidas por otros.
Yo asistí a una de las proyecciones de la obra Gólgota Picnic, el viernes 27 de Junio en Wrocław; mientras hacíamos cola para entrar en el teatro veíamos y oíamos los rezos de aquellos que congregados enfrente de nosotros, al otro lado de la calle, conducidos por las órdenes del cura que oficiaba el sermón con una cruz al frente rezaban por nosotros pecadores antes de entrar al teatro. Vimos la obra, el teatro lleno a rebosar, se llenaron todos los asientos; la proyección no era de muy buena calidad, pero allí estuvimos; hubo gente que se quedó hasta el final, hubo gente que se marchó a la mitad, pero la consigna era clara, apostar por la cultura y no dejar que nadie nos dijera qué era lo que podíamos o no podíamos ver, que era lo que podíamos o no podíamos pensar. Me hubiera gustado que algunos de aquellos que en la calle rezaban por nosotros intentando salvarnos de la condenación eterna hubieran dejado los rezos en la puerta y hubieran entrado a ver la obra, para así poder compartir después un debate claro con bases firmes sobre lo visto y no una censura ejercida por la fuerza ante la sospecha de que algo de lo que aquella obra contenía y que ninguno de ellos había visto podía herir sus convicciones religiosas.
Tengo que decir que me sentí orgullosa del movimiento ciudadano en contra de la censura que existió en Polonia ante la cancelación de la obra que se produjo en el Festival del Malta. La obra se canceló y la censura existió pero el movimiento ciudadano que salió a la calle y abarrotó los teatros dejó claro que no van a dejar que hablen por ellos, ni la iglesia, ni nadie. Es claro que hay una división social, es claro que el poder de la Iglesia polaca es grande y que lo ejerce a muchos niveles, pero es también claro que la gente no se va a quedar callada, en estos días gran parte de la sociedad polaca, ha salido a la calle a luchar por sus derechos, ha acudido a los teatros para luchar por su derecho a la libertad de expresión, para que se les oiga y que nadie silencie su voz, ni la iglesia, ni el futbol, ni perico de los palotes.
La participación de la gente es primordial cuando se atacan los pilares de la sociedad, si dejamos que nos amordacen y nos quedamos callados cuando eso sucede, cada vez tendremos menos que decir porque en lugar de que nos censuren los otros habremos aprendido a autocensurarnos nosotros mismos.