La obra ‘Rhum’ se inspira en un payaso de la primera mitad del siglo XX que quedó interrumpida por la muerte de Joan Montanyès ‘Monti’, desaparecido el año pasado. Martí Torras, director del espectáculo, ha mantenido el espíritu de la propuesta y lo ha reformulado convirtiendo ‘Rhum’ en un personaje ausente al espectáculo.
Del 24 al 26 de julio, el Grec rinde homenaje al desaparecido Joan Montanyès, «Monti», poniendo en escena el espectáculo en que trabajaba cuando murió en 2013: una reflexión sobre el oficio de dar risa que parte de la figura de un payaso del principio del siglo XX.
Enrico Jacinto Sprocani (1904-1953), mas conocido con el nombre de Rhum fue uno de los grandes payasos de la primera mitad del siglo XX. Amigo del cineasta Jacques Tati, con quién rodó un film el 1935, era conocido por su habilidad extraordinaria para la improvisación. Pero, como la de tantos payasos, su vida era desgraciada y su personalidad, atormentada. La figura de este artista es el punto de partida del espectáculo en que trabajaba Joan Montanyès, «Monti», payaso y creador de Monti y Cía, cuando murió el mayo de 2013. Su desaparición privó a los espectadores de este montaje que finalmente se estrena en el Grec de Barcelona gracias a la complicidad del director y dramaturgo Martí Torras, con quién Monti estaba trabajando en aquellos momentos, y del actor Jordi Martínez. Los dos han hecho realidad ‘Rhum’, un homenaje al oficio de payaso donde hay ternura, humanidad, poesía y gamberrismo a partes iguales. El espectáculo, que posteriormente hará temporada en el Teatre Lliure, cuenta con la participación de Jordi Martínez, Joan Arqué, Pep Pascual, Roger Julià, Guillem Albà y la colaboración especial de Oriol Boixader, «Oriolo».
En palabras del mismo Monti, «‘Rhum’ quiere ser un homenaje a uno de los oficios más generosos y entrañables dentro de las artes escénicas: dar risa al público. Un oficio que, entre otras virtudes, tiene la de querer aportar optimismo, esperanza y felicidad a las personas. ‘Rhum’ quiere ser un espectáculo tierno, humano y cínico, para disfrutar y para reír. Sin*moralina, pero dejando una pequeña puerta abierta a la reflexión personal del espectador sobre este apasionante y maravilloso oficio del payaso, al cual me dedico desde los 18 años».
