Automatismos
Automatismo, del griego αὐτοματισμός (αὐτός: que actúa por sí mismo o sobre sí mismo, μα: fuerza, τισμός: proceso), es según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: el «desarrollo de un proceso o funcionamiento de un mecanismo por sí solo», o la «cualidad de lo que es automático», o, en psicología, la «ejecución mecánica de actos sin participación de la conciencia»
Si nos adentramos en la Wikipedia, fuente de conocimiento y de confusión a partes iguales, nos encontramos con la exponencialidad automática del automatismo elevado a la enésima potencia, entendiendo que automatismo se puede referir al movimiento o actividad propios de un mecanismo automático o un autómata; o a las acciones inconscientes o involuntarias: reflejos, tropismos, taxias en los seres vivos; o a los tics en la fisiología humana; o al comportamiento automático y automatismos mentales y psicológicos en la psicología humana; así como a un determinado efecto de leyes y actos jurídicos en derecho; o a la escritura y la pintura automática en el automatismo surrealista; o a la ingeniería automática; la automatización industrial, la demostración automática de teoremas, la traducción automática, la regulación automática, la indización automática, la programación automática, la planificación automática, la diferenciación automática…todo automático; todo tiene su entrada correspondiente y todo existe, en teoría, siendo automático.
Estamos rodeados de automatismos y de sistemas automáticos; nuestra vida está formada cada vez más por procesos que se «ejecutan por si mismos sin la concurrencia humana», por automatismos eléctricos, mecánicos, neumáticos, hidráulicos o electrónicos que hacen que la vida sea tal y como la conocemos ahora y que han permitido que hayamos podido alcanzar el nivel tecnológico que ahora mismo disfrutamos o padecemos.
¿Dónde existimos nosotros dentro de esa automatización del comportamiento y de los procesos?, ¿quiénes somos nosotros en esta nueva era?
Estamos rodeados por otros muchos automatismos que no son eléctricos, o que sí lo son en esencia por el impulso eléctrico que genera el pensamiento que ejecuta las órdenes.
Automatismos de la vida cotidiana, automatismos que nos hacen ser quienes fuimos a los ojos de los que nos miran, automatismos que nos hacen preguntarnos si soy quien era, o soy quien soy, o soy quien quiero ser. Automatismos heredados a través de generaciones en los que desempeñamos el rol asignado para nosotros desde la cuna o incluso antes de nacer.
Automatismos escénicos que nos hacen vivir en los lugares comunes, en los clichés, en las repeticiones que nos hacen sentir seguros y que nos atrapan presas del miedo al abismo, a lo desconocido, a la caída sin red en el intento de un nuevo salto.
Todo está en movimiento y todo está en calma, automático o no, está en nuestras manos darle continuidad o romperlo.
Reflexión que lanzo al aire, o como decía León Felipe: «al viento…, al viento… ¡otra vez al viento!»