«El Señor Galindez»/Eduardo «Tato» Pavlovsky/Daniel Loisi
El misterioso Señor Galindez y una excelente propuesta
¿Quién es Galindez? Un apellido cualquiera que esconde un misterio, un fantasma, en el que se espeja una sociedad que sufrió el síndrome de la paranoia, y hoy el de la violencia. Por eso tal vez es bueno refrescar la memoria con obras de teatro que narran hechos del pasado, pero que de un modo u otro mantienen vigencia en la actualidad.
«El Señor Galindez» de Eduardo «Tato» Pavlovsky, se representó por primera vez en 1973, en el Teatro Payró y reflejaba en el momento de su estreno la problemática de secuestros y torturas, que eran ejercidos por el Estado a través de grupos paramilitares, denominados triple A: «Alianza, Anticomunista, Argentina», iniciadores de la prolongada dictadura que asoló al país durante una década. A los pocos días de su estreno el teatro fue incendiado en un atentado y ese fue un anticipo de lo que vendría después. Pavlovsky se refugió en España.
Si bien la brutalidad, secuestro, y muerte, hoy no provienen de manos autoritarias, surgen a través de individuos que viven en la marginalidad y matan por un puñado de pesos o joyas o artefactos eléctricos. En aquel tiempo también desaparecían no solo las personas, sino también los bienes.
Pavlovsky propulsor del teatro total y el realismo fantástico a la manera de E. Vajtángov, en los que se conjugaban elementos del grotesco y el expresionismo, busca reflejar en su texto no sólo la rutina de un torturador sino su aceitado mecanismo para ejercer su oficio, que a su vez responde a un sádico personaje: el ausente Señor Galindez.
El verdugo funciona a través de una voz en el teléfono, que le dará a conocer misiones y trabajos. Mediante acciones violentas los personajes denuncian un estado de intolerancia irracional, metáfora política de nuestro presente social, que proviene de un pasado que no conoce la palabra fin y siempre regresa encubierto en nuevas formas de limitación: hoy la inseguridad.
La puesta de Daniel Loisi on gran sutileza logra un espectáculo equilibrado en que buscó acrecentar la inquietud del público a partir de un hiperrealismo exacerbado, mezclado con lo grotesco y expresionista que propone Pavlovsky, ese cóctel generará en el espectador, tal vez, la misma angustia que provoca el recuerdo de aquellos días.
La propuesta es la de un teatro de búsqueda que intenta conectar a personajes, actores y público con aspectos reales de su cotidiano estado de ánimo. Una puesta siempre posee la voz del autor y la mirada del director, ambas desde una representación a propósito confusa, más analítica y reflexiva que se encarga de deconstruir conceptos, creencias o valores que circulan socialmente, los cuales autor y director la ofrecen desde perspectivas opuestas.
Las pausas, los acentos, el ritmo y el sentido lo imponen los intérpretes, y el espectador, cuya mirada analiza los metamensajes ocultos en la propuesta. A los actores les toca poner el cuerpo, y los hacen con excelencia, incluido el propio Daniel Loisi, que compone el personaje de alter ego del Sr. Galindez.
El Sr. Galindez imprime sobre el espacio despojado de un cuarto clandestino cualquiera, el espíritu poco bondadoso de dos hombres: Beto y Pepe sumergidos en sus acostumbradas tareas de limpiar las herramientas o fierros propios de su trabajo, dialogar sobre sus vidas y esperar el llamado del Sr. Galindez. Luego enseñar a un joven aprendiz que calcará más vicios que virtudes de un oficio tan antiguo como el de la prostitución. No es casual que Pavlovsky los una bajo un mismo techo. Prostitutas y torturadores comparten esa relación sadomasoquista de ser sometidos a alguien, ellas a los torturadores y éstos al Sr. Galindez.
«El Señor Galindez» es una propuesta excelente que permite reflexionar no sólo sobre un pasado no tan lejano, sino también sobre la realidad actual y un futuro en que la violencia no parece remitir y se vuelve incuestionable entre instituciones policiales, judiciales y carcelarias no sólo de nuestro país sino en el mundo.
El elenco está compuesto por el propio Loisi, Gustavo Langelotti, Christian Heredia, Laura Manzaneda, Pablo Walluschek y Marilú Maygret. El asistente de dirección y ejecución de sonido es Germán Facundo Rearte, Manzaneda asiste en dirección y asesora en imagen y Maygret está a cargo de la fotografía.
Teatro El Vitral: Rodriguez Peña 344 Esq. Corrientes. Tel: 4371-0948
Daniel Loisi, en tanto director, logra un espectáculo muy equilibrado en el que la violencia, la tensión, el ritmo, van alimentando con acierto ese realismo exasperado que reclama el texto. Loisi diseña también unos personajes muy elocuentes. Con rasgos muy bien definidos, los intérpretes se dejan arrastrar de manera fluida por esas conductas que han modelado con mucha seguridad. El cruce de esos mundos es potente y, por lo tanto, el espectador se verá verdaderamente agobiado por algunas escenas que resultan buena síntesis del germen de la pieza.
Beatriz Iacoviello