Súbita
I»1: Não deites fora o teu relatório, muda só a data./MÉDICO: A data?/ 1: Sim, daqui a dous dias ela vai morrer de ataque cardíaco»
Muerte súbita es aquella forma de muerte natural debida a causas cardíacas, inesperada en el tiempo y en su forma de presentación. Morte súbita es también el texto del dramaturgo lisboeta Ricardo Cabaça editado en el número 78 de la Revista Galega de Teatro y que la compañía 33 Ânimos –impulsada por el propio Cabaça y la actriz y productora Daniela Rosado- presentó dentro del programa de la XXXVIII Festa do Avante -5, 6 y 7 de septiembre.
Durante el mes de julio tuvimos la oportunidad de acercarnos al texto de Cabaça en las presentaciones realizadas dentro de la XXXI Mostra Internacional de Teatro Cómico y Festivo de Cangas (Galicia) y en la librería Ler Devagar (Lisboa). Además de descubrir fragmentos del texto, en las dos presentaciones tuvimos la posibilidad de conocer las claves del espectáculo llevado a escena por 33 Ânimos con el elenco formado por Ana Vilela da Costa, Daniela Rosado, Fernando Serpa y Ulisses Correia. La importancia del diseño de iluminación para mostrar lo sombrío de la tortura; la transformación de una tortura que cada vez se vuelve cada vez más limpia, invisible y sin marcas; el trabajo de investigación acompañado por el trabajo del historiador Luis Carvalho; la necesidad de huir de maniqueísmos… Son algunos de los elementos que atraviesan texto y espectáculo y nos colocan ante la pregunta que el autor formula en la introducción: «que certeza nos garante que um resistente não poderá ser um dia um opresor?»
Como señala el propio Cabaça, la obra se fragmenta y se distribuye en diferentes cuadros o escenas tan tensas como intensas; escenas incómodas; escenas en las que quien a ellas asiste puede llegar a sentirse cómplice de la barbarie por no salir en auxilio del personaje, por no arrancar la página para que no avance el martirio o por no saltar a la escena para que se detenga el insulto –a veces como herida física, otras como vehemencia en la subjetividad del discurso, otras en forma de intimidad de dictador. Cada cuadro concentra la mirada y la atención de quien asiste al trabajo sin necesidad de per-seguir una trama.
Rescato aquí la escena de la mujer de la que se habla en las primeras líneas de esta columna y a la que después de ser torturada, visten con de blanco y le colocan una máscara. En ella se dan cita la complicidad del médico, la brutalidad de los inspectores –violentamente brutos y brutalmente torpes-, la mirada ciega de quien tiene que velar por el cumplimiento de la ley y la impotencia de la torturada por hacer visible la terrible verdad que padece. «MINISTÉRIO PÚBLICO: Venho só para cumprir o meu deber e pelo que vejo, a sehora está a ser muito bem tratada. (…) A senhora está con muito bom aspecto, bonita e arrumada. (…)/A PRISIONEIRA: Acabei de ser torturada./MINISTÉRIO PÚBLICO: Pois, essa é a propaganda mentirosa da esquerda, fala em torturas como se isso fosse possível no nosso país (…)//A PRISIONEIRA: Tire-me a máscara e verá toda a propaganda. Acha que sangue verdadeiro e carne arrancada também são propaganda?»
Una periodista, un dictador, unos inspectores, una pareja de novios, una estudiante, un médico, un hombre que vela por el cumplimiento de las leyes, un instructor extranjero que importa la forma de aplicar la tortura de una forma científica… Todas y cada una de estas figuras configuran un mosaico desagradable pero crítico y de denuncia. Un mosaico de situaciones que salta tiempos y espacios. Situaciones que, más allá de hablar de Portugal o Brasil, pueden reconocerse en cualquier lugar del mundo. Morte súbita. Una obra que más que hablar de un pasado, habla de un presente y un futuro de los que aún confiamos que nuestra muerte será natural rodeados como estamos por la sutil hostilidad que nos cerca invisible, con su maligna banalidad internacional.