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‘La máquina de dueño’ de Plataforma Tirante en La Fundición de Bilbao

‘La máquina de dueño’ que Plataforma Tirante presenta los días 20 y 21 en la sala La Fundición de Bilbao es una propuesta que denuncia las limitaciones que viven las mujeres como consecuencia del rol tradicional que se les asigna en el sistema patriarcal en el que vivimos. La obra se enmarca en el Programa Zer(K)nias de la sala bilbaina.

 

Estibaliz Villa y Jose Ibn se encargan de la creación y dirección de ‘La máquina de dueño’, un espectáculo de Plataforma Tirante y Keli interpretado por Alex Antúnez y Estibaliz Villa. La obra se sumerge en «la cultura de género que vivimos que tiene una visión dual que nos conforma de forma tan diferente que aparentemente parecemos irreconciliables, dificultando la búsqueda compartida de modos alternativos de relacionarnos. Sin embargo, la historia de la humanidad es un proceso de búsqueda infinito e inacabado, un proceso en construcción que nos permite tomar parte activa en su transformación continua, pudiendo modificar lo que creíamos normal, perfecto e inmutable».

A partir de esta idea surge la ‘La máquina de dueño’, en la que una fábrica humana crea dos prototipos imprescindibles, el Varón y la Varona y reciben el entrenamiento que les va a construir como los nuevos productos a incorporar en esta sociedad. Los dos protagonistas se enfrentan a este proceso sin dudar de ello, incluso con el esfuerzo de quien lucha por alcanzar ese supuesto modelo de éxito, un ideal que se expone ante sus ojos en forma de videos proyectados sobre una gran pantalla situada en un lugar ineludible a su mirada.

Poco a poco comienza a manifestarse el conflicto que surge cuando ella, la Varona, toma consciencia de ese papel de sometimiento que le ha tocado en el reparto. Se da cuenta de que tras mucho tragar, confiar y dejarse hacer sin tomar sus propias riendas, él se ha convertido en el importante jugador, y ella… tan solo es la pelota.

En el momento en el que la incomodidad la inunda, y revolcada por el dolor de esa lucidez, se rebela plantando cara y negándose a continuar con esa situación. Él, el Varón, se descubre absolutamente incapaz de romper las cadenas que le atan a esta condición de hombre, de líder, de algo que le sitúa plácidamente por encima de ella. Esclavo de su impotencia se ve «obligado» a utilizar la violencia como único remedio para detener el desmoronamiento de su debilitado y tambaleante mundo. Pero este escape irresponsable es un callejón sin salida, y él, a pesar de su miedo infantil, a pesar de no querer… lo sabe.

Y ahora le toca a ella, ahora es su turno.


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