Críticas de espectáculos

Los nadadores nocturnos/José Manuel Mora/Carlota Ferrer

Inolvidables nadadores nocturnos

En una piscina en horario nocturno, se reúnen una serie de nadadores. Apenas hablan…, son siempre los mismos. Entre largo y largo, y con todos esos desconocidos que siempre son los mismos, se sentirán arropados. Como en una familia. Ante esta premisa, se nos presenta uno de los mejores montajes del año. Obra cómplice del dramaturgo José Manuel Mora y la brillante directora Carlota Ferrer.

Un texto que va desgarrando brazada a brazada las soledades de cada uno de esos nadadores anónimos, gente que se reúne a última hora en esa piscina y que nos van a hacer testigos íntimos de sus ausencias afectivas.

El espectáculo comienza y lo primero que me llama la atención es el predominio por parte de la escenógrafa (la propia Carlota Ferrer) de un rojo lujurioso, en suelo y cortinón derecho. Ese matiz sensual, marcará parte de las historias de estos nadadores, ya que se atravesarán como vectores solitarios en busca de sus pares.

También destaca de inicio una pantalla en la que veremos en primerísimos planos, confesiones íntimas por parte de algunos de los miembros de esa comunidad de nadadores nocturnos.

Varios micros y un par de guitarras me hacen intuir que tendremos unos deliciosos momentos musicales……, se confirmarán a lo largo de los próximos minutos.

Joaquín Hinojosa (fantástico actor) comienza la obra y micrófono en mano, nos pone en situación. A partir de este momento, la obra coge una velocidad que es necesaria vivir como aficionado a las Artes escénicas.

Tres actrices (Paloma Díaz, Miranda Gas y Esther Ortega) y cuatro actores (Joaquín Hinojosa, Jorge Machín, Oscar de la Fuente y Ricardo Santana), todo el reparto en estado de gracia. Muy difícil de ver esa homogeneidad a día de hoy, la verdad. Componen unos personajes en constante descomposición, consigo mismos y con la sociedad.

Una secta de personajes a la deriva que han encontrado en el líder y maestro, su razón de ser y su cobijo. Un cobijo a base de sexo e historias cruzadas que ondean en lo más profundo de esa piscina oscura y que explotan delante de nuestras miradas cómplices….comprensivas.

La destrucción de uno mismo y del mundo como punto redentor para volver a renacer con mucha más fuerza. Todo con sabor a cloro. Un cloro que irrita el ojo del espectador hasta hacerlo estallar.

Los personajes están planteados con múltiples capas, empezando por el que interpreta magistralmente Esther Ortega (una actriz portentosa, a la misma altura que la Fernanda Orazi de «Los ojos» de Messiez, pero con mayor punto cómico) que tapa con sexo el incendio afectivo que lleva en las entrañas («¿alguien quiere follar conmigo?»), y pasando por el resto del reparto. Un reparto, que verles y escucharles es una delicia. El chico que se enamoró de su profesor y que ahora reniega de su pasado amoroso bajo una capa de xenofobia y rabia hacia esa sociedad depravada. Su chica de buena familia y la maternidad presente como ideal de felicidad. El chico paloma (coprófago de pro), que necesita ser cuidado y que encuentra en el regazo del líder ese escudo protector. El chico en un cuerpo confundido….pura ternura y humanidad. La chica invisible, que implora un poco de atención. Una paleta de personajes riquísima y fluye por la historia como un vendaval que atraviesa la piscina como si del océano se tratase. Tocan todos los palos y todos de manera genial. Nos desatascan los nudos en la garganta a base de notas cómicas, para volvernos a agarrar: como y cuando quieren.

La dirección del espectáculo es magistral. Nos mete desde el primer momento en su atmósfera y nos devuelve a la realidad (contra nuestra voluntad) una vez terminado el espectáculo.

Las coreografías y el movimiento escénico son de una precisión y una belleza, que nos tendríamos que remitir a ciertas compañías de primer nivel europeo para poder encontrar algo parecido. Empiezan con unas brazadas en la piscina, entre largo y largo, y terminan con unas figuras de natación sincronizada que son espectaculares. ¡Vemos moverse el agua!

Hay momentos, en los que con ciertos miembros del reparto, dudo si son bailarines actuando increíblemente, o actores y actrices moviéndose increíblemente…Teatro total.

El espectáculo nace en el Fringe madrileño, y es un éxito instantáneo entre los espectadores, tanto que el Teatro Español decide programarlo en las Naves del Matadero, produciendo el mismo efecto.

La dupla dramaturgo-directora, me recuerda a la que formaron en su época exitosa, la de Juan Mayorga- Andrés Lima (Animalario). Es el tercer espectáculo que veo con texto de José Manuel Mora y dirección de Carlota Ferrer, tras: «Los cuerpos perdidos» (Increíble, de lo mejor del 2011… ¡y solo dos funciones en la Triángulo!), «La melancolía de King Kong» (otra joya que llena la Abadía en el 2012) y ahora: «Los nadadores nocturnos» (su Obra Maestra). Siempre garantía artística. Textos hilvanados con mucha finura pero con hilo de acero, y dirección magistral.

A la dirección hay que dedicarla un punto y aparte. Carlota Ferrer, en este montaje refresca la escena nacional. Un teatro de lo absoluto, con atmósfera, verdad sin piel y que madura en la mente de los espectadores. Un teatro, que Llega, pega duro y se retira con amor…nos gana por KO.

Carlota bebe de Maestros (de los que es cómplice directa, ya que ha trabajado con ambos) como Jan Lauwers y su maravillosa Needcompany, y Gabriela Carrizo con Peeping Tom, pero con su sello personal. Un sello presente en los dos anteriores montajes que vi de ella: atmosféricos, con grandes interpretaciones y haciendo los textos suyos, como si fueran su propio universo…un universo que sacude.

En «los nadadores», la música en directo (exquisitas versiones de Depeche Mode, Amy Winehouse y soberbia la de Bowie en italiano. Bravo Miranda Gas.), el movimiento escénico, las actuaciones y el texto, fluyen creando un núcleo compacto. Todo a mucha altura.

Historias sobre el amor y el desamor, sobre las carencias afectivas, el sexo como redentor de la soledad más profunda, el prejuicio social como careta del «quién soy y que siento», la maternidad, la pérdida, el refugio en el grupo, la búsqueda del guía, la trascendencia del abandono. Y el suicidio merodeando la esencia de esa secta, la secta de los nadadores nocturnos.

Momentos que los espectadores no olvidaremos (de toda la troupe), pero remarcaré uno: Esther Ortega implora que alguien la quiera. Y nos lo dice (con mirada directa sobre un afortunado espectador) a un nivel que recordarlo, es erizar los bellos de los que presenciamos el «momento».

En la hora y media que dura aproximadamente, los espectadores sufrimos una catarsis absoluta, avanzando con un ritmo sincronizado y atacando directamente la sensibilidad del espectador, a un nivel expositivo del que es imposible salirse.

Espectáculo inolvidable, que debe (por el bien de la Artes Escénicas) programarse en muchos teatros. ¡Ojalá no paren de nadar!

Richard Sahagún

Obra: Los nadadores nocturnos» – Dirección: Carlota Ferrer – Reparto: Óscar de la Fuente, Miranda Gas, Jorge Machín, Paloma Díaz, AlbertoVelasco,Esther Ortega, Ricardo Santana y Joaquín Hinojosa – Con la colaboración especial de Enrico Barbaro – Diseño de iluminación: José Espigares – Diseño audiovisual y de sonido: Eduardo López – Producción : Draft.inn – Naves del Español. Matadero. 28 de septiembre del 2014.


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