Una vida robada / Antonio Muñoz de Mesa
Cuando la intriga esconde el teatro
El procedimiento del drama de análisis, modelo Edipo Rey de Sófocles o buena parte de la dramaturgia de Henrik Ibsen, en el que los personajes (drama de individualidades) siguen las pistas que los llevan a un (re)conocimiento, sigue siendo muy rentable en lo que atañe a la dramaturgia que aborda temas espinosos a través de historias a base de un refuerzo de la «intriga».
Una vida robada de Antonio Muñoz de Mesa, con dirección del propio autor al lado de Julián Fuentes Reta, sigue la senda de la dramaturgia fabular que teje una trama con las agujas del ritmo dramático por creación, mantenimiento y resolución de expectativas alrededor de una intriga.
Aquí el tema son las criaturas robadas que, antes del ébola y de otras catástrofes, llenó páginas de periódicos no hace mucho tiempo.
Los ingredientes de la historia de Una vida robada incluyen a un viejo doctor que padece alzheimer, interpretado con justeza por Carlos Álvarez Nóvoa; su ambigua cuidadora y asistenta de toda la vida, llamada Olvido, interpretada por Asunción Balaguer con una organicidad y una desenvoltura que parece que no esté actuando; el hijo del doctor, llamado Julio, interpretado por Liberto Rabal en la misma línea de una mímesis realista basada en la justeza; y la joven que se presenta para trabajar unas horas al día como lectora do viejo Doctor Nieto, llamada Luz e interpretada, en el mismo estilo que el resto del elenco, por Ruth Gabriel.
Los nombres de los personajes femeninos, Olvido / Luz, la cojera de la joven, la lectura de la Teogonía, resultarán útiles a la intriga en su dimensión simbólica y contribuirán, así mismo, a los clímax propiciados por el ritmo dramático por anagnórisis cuando se van resolviendo las piezas del puzle.
Una vida robada pertenece a ese tipo de teatro donde todo está al servicio de la intriga y de su desarrollo, donde la mejor interpretación actoral es la que no se nota, donde la mejor escenificación es aquella que pasa desapercibida, o sea: donde se esconde el teatro y la teatralidad para que emerja con total verosimilitud la historia.
Sin embargo, en el espectáculo de Julián Fuentes Reta y Antonio Muñoz de Mesa, el juego con las variaciones de las situaciones, junto a la fragmentación de las escenas con oscuros entre ellas, atenúa el efecto emocional en favor de una recepción más intelectiva y atenta a la restitución argumental. Hay, de algún modo, una interpelación a la cooperación de la espectadora y del espectador para que vayamos barajando las posibles soluciones a las expectativas propuestas desde el escenario.
La obra y el espectáculo nos impelen, por tanto, a hacer una operación de investigación y, al final, todas las piezas encajan y el público se va satisfecho para casa.
Afonso Becerra de Becerreá
Obra: Una vida robada – Autor: Antonio Muñoz de Mesa – Dirección: Julián Fuentes Reta y Antonio Muñoz de Mesa – Elenco: Asunción Balaguer, Carlos Álvarez-Nóvoa, Ruth Gabriel y Liberto Rabal – Escenografía: Iván Arroyo – Iluminación: Jesús Almendro y Rafael Catalina – Produción: Juanjo Seoane para Scenalia – Teatro García Barbón – Centro Cultural Afundación de Vigo. Martes, 14 de octubre de 2014