Desenterrando palabras
Hace unos días estuve desenterrando palabras, desenterrando palabras con palabras, usando palas hechas de palabras; pequeñas palas para llegar a los detalles, o palas grandes para remover la tierra y hacer grandes agujeros. Desenterrar es un oficio delicado, nunca sabes lo que la pala descubre o lo que te hundirás en la próxima palada.
Estuvimos desenterrando palabras un grupo de bisoños desenterradores acompañados por un grupo de desenterradores ya expertos en eso de hurgar con pico y pala en la palabra.
El cuerpo y la palabra, la palabra y su cuerpo; buscando su relación con el cuerpo y la acción, señalando el mundo no solo físico sino ético, político y social que se genera a partir de las palabras.
El equipo de El desenterrador lo forman Sofía Asencio y Tomás Aragay (Societat Doctor Alonso), Jordi Claramonte, Jaime Conde Salazar, Bárbara Sánchez y Silvia Zayas; el resto de desenterradores aficionados nos concentramos en torno a la iniciativa del programa Proklama II realizado en colaboración entre Artium y AZALA y desarrollado en Vitoria entre el 4 y el 11 de Octubre.
Estuvimos desenterrando palabras todos juntos, los recién llegados y los que ya venían desenterrando de antes; buscando sentido a las palabras en un proceso de desenterramiento de valores, presentes o perdidos; un proceso de desenterramiento en el que andábamos a tientas, conscientes a veces ya tras la primera palada de que desconocíamos el significado de aquello que andábamos buscando; y entonces llegaba el silencio, espeso por la tensión ante la imposibilidad de poner palabras a pensamientos complejos o por respeto o asombro ante lo desenterrado por otro compañero y puesto ante tus ojos; y llegaba la risa o el desconcierto o simplemente nada, no llegaba nada y te quedabas ensimismado mirando a los otros esperando a que algo cristalizara en el vacío.
Es complicado pensar en grupo, «pensamiento poliédrico» lo llaman; hay que escuchar mucho y de verdad, abrir y dejar espacios para que otros respiren, no llenar de tierra el espacio abierto por otro con la palada propia, respetar el momento de pérdida, el no saber y acompañar al otro en ese caminar a tientas por caminos nunca antes transitados. Las palabras parecen aprehensibles pero a veces tienen vida propia y en el devenir de su descubrimiento nos llenan de dudas y preguntas sin respuesta. Pocas veces las cosas son lo que parecen, porque muchas veces no sabemos lo que son.
Durante el proceso de desenterramiento, de profundización en la palabra, te das cuenta de tu propia ignorancia y de lo frágiles que son los cimientos sobre los que construimos el día a día de nuestro mundo cotidiano, caminamos sobre códigos que desconocemos, por olvido o ignorancia, o por sobre enterramiento a lo largo del tiempo.
Dar las gracias al equipo de El desenterrador, a Idoia Zabaleta y al museo Artium por ofrecer iniciativas que permiten abrir espacios de diálogo y discusión sobre el arte y sobre muchas otras cosas más allá del arte. Habrá más Proklamas, por lo que bien vendrá estar atentos a aquello por venir, que seguro será interesante.
A veces haces algo porque sí y es como agua que no mueve molino, a veces haces algo y cae en tierra fértil y deja una semilla para eventos futuros, desenterrando hicimos fértil la tierra de la llanura alavesa contenida en un museo de arte contemporáneo; una tierra que nos acompañará a todos porque de ella vinimos y a ella nos dirigiremos.