Sensibilidad no es sufrimiento
Cuando David Lynch dio una conferencia en Madrid, habló de muchas cosas relacionadas a la creación, forma o método para crear. Hizo énfasis en la meditación trascendental, en cómo le había ayudado a liberarse de la ira, y capitalizar lo negativo en positivo, por decirlo de la manera más común. Ahora, hay un punto que me interesa especialmente, y es cuando se detiene en que un artista no debe o no tiene por qué sufrir para crear, o tener empatía con el material que tiene entre manos, más bien: en su corazón.
Si bien, es verdad, el sufrimiento, te hunde, bloquea y aleja de la libertad, te atrapa en el dolor y eso no es productivo, sobre todo porque es irracional y eso va de la mano de la incomprensión. Cuando uno empieza entender, da paso a la tristeza que es otro estadio, más limpio, que depura, habilita la piedad, y la entrega, además de la buena dosis catártica que la precede. La tristeza es útil, para pensarla en términos prácticos relacionados con la necesidad de producir desde el estado íntimo.
Pero, sí, me gustaría detallar algo , que desde mí lugar como creadora, observador y docente, quisisera puntualizar: la sensibilidad y su entrenamiento.
Es imprescindible ahondar en ella, ahora¿ cómo se hace? La sensiblidad, no es solamente que te ponés a llorar cuando descubrís una imagen sobre torturas en el Medio Oriente, la injusticia social en la India o el maltrato animal. No, eso es un impacto emocional, que muchas veces termina en lágrimas, y un siguiente post. No, claro está, que es parte del entramado sensible de las personas y del colectivo cultural al que pertenecemos, sino que un artista ¿cómo se desarrolla? Sí, la técnica, el estudio, el acceso a otros lenguajes, conocer, observar, producir, la reflexión y la práctica al unísono. Pero todo eso sin sensiblidad no es arte, ¿y qué es la sensibilidad en un artista?
El vínculo íntimo que se establece con el tema o personaje, obra, idea imagen y su evolución. Si el punto de partida es más abstracto, por ej: una imagen. Sobre ella se va trabajando el detalle hasta llegar a la zona humana , sus relaciones y conflictos. Una vez llegado al terreno de lo concreto hay que tener una evolución personal que va alimentada por diferentes carriles: lectura, estudio, información, y escritura en paralelo que no tiene que ser una fidelidad a lo estudiado, sino que es la consecuencia personal, interior, de los impactos producidos por el material. Entonces, uno empieza a latir con el personaje, a sentir desde el personaje, que no es sufrir, y tampoco empatía, es un punto más hondo, un encuentro carnal, una simbiosis, y eso colabora para alejar los análisis psicológidos y sociológicos sobre el personaje, ¿por qué lo hizo? Porque fue su reacción al clima de hostilidad que vivía. Bien, eso es para los críticos, no para nosotros, nosotros por supuesto que tenemos que saberlo, pero darlo desde de la experiencia sensible, y ¿cómo se logra eso? Ni las drogas ni el alcohol son vehículos que aporten mayor sensibilidad, sino que son trampas de abertura, parece, pero no. Uno debe enfrentar y dar su cuerpo: fuerte y vulnerable , fuerte y vulnerable, y así hasta el final. No es debilitarse ni caer en la depresión, tampoco la angustia, sino ese proceso debe hacerse con tiempo y en solitario. No hay otra: mucha paciencia y desvinculación con el resultado. No hay proyecto de «éxito». Cuando uno no piensa en el éxito y se desprende de lo que se espera de uno, tampoco hay fracaso, eso son evaluaciones ajenas sobre algo que desconocen: nuestro yo. Entonces uno se entrega también al devenir de los sucesos emocionales y darles territorio,que no es más que el cuerpo propio, ofrecido para sentir. Sí: sentir. Permitir lo nuevo sin miedo, que hagan nido. Y a veces, es tan simple como no hacer nada. No siempre se «llega a algo», haciendo todo el tiempo, a veces, es tirarse en la cama y dejar que lo ingresado actúe, para luego, claro está: editar. Pero la libertad va con la confianza.
Por eso, creo es importante establecer límites claros, fronteras delgadas que suelen confundirse y embarrar más de lo que iluminan.
Marianella Morena