Y no es coña

Desesperante tradición

Hoy no puede ser un gran día por demasiadas razones. Vivo encadenado a un rumor: María Dolores de Cospedal puede sustituir a José Ignacio Wert como ministra de Educación, Cultura y Deporte en el gobierno de Espaá. Ya sé que es poco sensato preocuparse por los rumores cuando los hechos ya son de por sí suficientemente desagradables. Por ejemplo, hay veces que se desajustan las tripas del sistema informático que da soporte técnico a este periódico digital y a los que hicimos la migración a lo digital con varios quinquenios laborales acumulados nos coloca ante la verificación de nuestra incapacidad para solucionarlo, lo que hace que entremos en un proceso de desesperación tradicional al comprobar que estamos atrapados por una dependencia, que en ocasiones se convierte en una neurosis, en una impotencia que parece echar por tierra años de trabajo.

Confiemos en que todo vuelva a sus cauces, que el rumor no llegue al BOE y que se solucione mágicamente todo para que vuelva a funcionar como lo hace de manera habitual, porque este mes de junio va a ser bastante transcendental para los próximos meses en el ámbito político, por lo tanto en el cultural y, como tantas veces hemos intentando explicar aquí, en el de las artes escénicas, tan requeridas como están, a nuestro entender, de nuevas perspectivas, de nuevas ideas, de nuevos planteamientos, de una transición definitiva a los modos europeos de funcionamiento, sacándose de encima la caspa petrificada en la que solamente se habla de dinero, presupuestos, porcentajes de ocupación y demás cuestiones que nada más interesan a los mercachifles, a los negociantes, pero que han contagiado de manera pandémica a la inmensa mayoría de los que deberían cuidarse más de las formas y los contenidos de sus obras, tanto las que producen, las que crean como las que programan en sus teatros.

Hemos estado en Valladolid, en el TAC, Teatro en la calle, en un ambiente político realmente enrarecido, el alcalde saliente, famoso por sus actitudes groseras, machistas y de sospechosa baja intensidad democrática, intentando ocupar espacio en la inauguración, ninguneando al que parece será el nuevo alcalde. Y en este cambio pueden producirse importantes variaciones en el organigrama. Y uno quisiera insistir en una idea básica, no se trata de cambiar de nombres, de las personas que venían haciendo las cosas y mandando mucho, sino de buscar otras soluciones a los problemas, de mirar hacia el futuro y convocar democráticamente a todos aquellos que tengan ideas y programas para llevarlos a cabo y en una selección limpia y transparente, elegir el mejor proyecto, no la persona más afín, más simpática o que mejor baile la jota.

Hablo de Valladolid y lo hago extensible al universo entero. Limpieza democrática, pero sobre todo, voluntad política para cambiar los propios sistemas que son los que condicionan todo. Las personas importan y mucho, pero sobre todo, las personas que vienen con ideas renovadoras con un proyecto bien estructurado, de activación de la vida cultural, admitid democráticamente que cuente con el apoyo de unos políticos con coraje para acabar con la nefasta inercia comercial, baja en intensidad cultural que trata a los ciudadanos con paternalismo o con desprecio a su gusto e inteligencia.

Y decía que no había motivos para que fuera un gran día porque seguimos con la negativa ministerial a la ayuda a la edición, porque estamos empezando a sentir un cansancio insoportable por tanto mamoneo y porque nos parece que hay un conformismo general que lleva a la inoperancia absoluta de todo un gremio que cree en los milagros y no en la constancia y el trabajo diario fuera del amparo de los repartidores de migajas. Desesperante tradición. 


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