Parirás con dolor
PARIRAS CON DOLOR
…y Dios dijo a Eva: ¡Parirás con dolor!
Génesis 3:16
A pesar de tener ya varios hijos, me es difícil opinar con respecto a ese maravilloso proceso de la maternidad que termina en parto, ese que jamás podremos experimentar los hombres. Solo las mujeres tienen el privilegio de llevar en su vientre a la nueva vida, facultad que pasado el dolor del parto, se transforma en el mayor de las experiencias.
Lo que fácil se obtiene, fácil se va y ese dolor que hace tan difícil el parto, salvo raras excepciones, es una experiencia que fortalece el amor que una madre siente por su hijo.
Las dificultades previas a un nacimiento; aumento de peso, limitación de la movilidad, cambios hormonales severos, vómitos, malestares impensados, dormir mal,…, terminan mágicamente en el momento cuando la madre mira por primera vez los ojos de su hijo, al ser de su ser.
De cierto modo, todo acto creativo es una preñez que termina en parto. Es un embarazo de tiempo variable en el cual los malestares de la duda se hacen presentes afectándonos desde cualquier recodo de la vida. Día y noche perturban nuestro existir. De día nos distraemos de cualquier actividad no relacionada con el acto creativo mismo y de noche no podemos dormir en paz pensando en las alternativas posibles.
El embarazo artístico es complicado por el misterio que implica el no saber siquiera como se llegará al final. No existe examen alguno capaz de permitirnos vislumbrar el resultado y menos ecografías. Las estadísticas de experiencias pasadas son nulas pues difícilmente nos permiten establecer paralelos de comparación.
Antes de un estreno, la inauguración de una exposición, la publicación de un libro o el aparentemente simple hecho de subirse a un escenario, sentimos esa ansiedad de la espera inquieta, pronta a llegar a su fin. En breves instantes se disipan todos los temores hasta sentir la felicidad plena por el resultado obtenido o vivir la peor de las pesadillas por no haber podido llegar al resultado esperado, pero a diferencia de un parto natural, toda creación artística es como el hombre mismo; imperfecta y por lo tanto perfectible.
El día en que se crea que esa creación recién materializada es perfecta, el ego desmedido y la falta de humildad nos habrán superado llevándonos necesariamente al estancamiento de nuestro hacer.
Aceptar la variable del error es comenzar a saber que se puede soportar la frustración del dolor, ese que gracias a la superación continua se minimizará en el próximo parto, en la próxima creación imperfecta que siempre podremos mejorar antes, durante y después de salir de nuestros sentimientos para materializarse en obra de arte.
Puede que no sea ni la más inteligente ni la más hermosa de su curso en el colegio pero esa creación siempre será la hija producto de nuestras entrañas.
Todo creador, ese que todos tenemos el potencial de ser si nos lo proponemos, es un dador de vida de ese hijo que después de salido del vientre se transformará en una entidad independiente de su creador.
…y Dios dijo a Eva: ¡Parirás con dolor!
¿Y los hombres qué?
¿No parimos acaso nuestras creaciones con el dolor del proceso?
También parimos con dolor pero vale absolutamente la pena.