Final feliz
Si es importante el nacimiento de un espectáculo, no lo es menos el final del espectáculo que termina en lo alto del éxito y con el beneplácito del público, de la crítica y de la profesión en general.
Aquel sueño que se hizo realidad, aquel milagro que nació en 2012 llegó a su final, ayer, 5 de julio de 2015, en el Teatro Victoria Eugenia. El intérprete se despidió como merecía… a lo grande. El público, como ha sido habitual a lo largo de estos tres años de intensa gira, bailó, lloró, rió y soñó con Asier Etxeandia y con un show tan íntimo y con tanta verdad como el que nos ocupa. Un show que Asier ha ido evolucionando y lo ha mantenido vivo, fresco, intenso hasta el final. Ultimo viaje musical a través de aquellas canciones que forman parte de nuestro universo colectivo, y del de otros muchos antes que nosotros: Kurt Weill, Héctor Lavoe, Lucho Gatica, Chavela Vargas, La Lupe, Gardel, Talking Heads, David Bowie, Rolling Stones… Y final de un viaje nacido de lo más profundo del ser de su protagonista. Final de este viaje emocional que ayer llegó a buen puerto, alto, muy alto… Quedándonos con las ganas, sin querer decir adiós.
Detalle precioso, digno de Asier, que agradeció a todo su equipo el haber realizado este camino juntos, todos a una, en el que cada cual ha puesto lo mejor de sí. Un viaje en armonía, con lo difícil que suele ser durante tres años, que un equipo haya compartido en comunión total un proyecto, una experiencia única. Más de una veintena de personas encima del escenario escucharon emocionados el agradecimiento musical del artista. Más de veinte personas que daban visibilidad a todo lo que hay detrás de un artista, que el público no puede ver pero que ayer dio una idea de lo complicada que es esta profesión, de la energía y creatividad que se necesita para conseguir magia y hacer vibrar los teatros. Lo difícil que es que el teatro adquiera esa dimensión transformadora, de las personas y de las sociedades tan necesaria. Una dimensión que nos lleva sin vacilar hacia la tolerancia, la autocritica y la propia aceptación de uno mismo. Despedida emotiva que vendrá acompañada de nuevos proyectos en el futuro. Proyectos, al menos, tan ilusionantes como este Interprete.
Ha sido todo un honor que haya sido el escenario del Teatro Victoria Eugenia el lugar elegido para el punto y final. Un escenario que Asier Etxeandia se ha ganado a pulso, que lo ha sudado, que lo ha pisoteado con el poder que únicamente los animales de escena poseen. Con el brillo que únicamente las estrellas atesoran. Con el control, el dominio y un savoir faire que únicamente los cracks pueden desarrollar. De manera natural, con sutileza indescriptible, complicada de contar, hecha únicamente para ser vivida. Muchas felicidades. No un adiós sino un hasta pronto.