Simbolismo
Con su racionalidad o irracionalidad superior, el ser humano es la única especie que tiene al símbolo como una herramienta de comunicación efectiva que se vale más del sentimiento que dé la razón, pues apela a la memoria emotiva. Toda cúpula que dirige a un grupo social, se vale del símbolo para aglutinar a sus seguidores. Es así como el lenguaje del hombre está lleno de himnos, banderas, condecoraciones, cruces, rezos, todos de gran efectividad. Claro está que el simbolismo es un lenguaje aprendido en directa relación con el grupo social al cual se pertenezca.
Así como existen diferentes escalas de magnitud cuando se habla de grupos humanos, lo mismo sucede con el simbolismo. Si bien es cierto la cruz católica es comprendida intelectualmente casi de manera planetaria, su carga simbólica solo es compartida por un grupo minoritario dentro del mundo de los creyentes. La camisa que usé el día de mi graduación universitaria, solo para mí evoca fuertes emociones. Con el adecuado tratamiento, todo puede llegar a constituirse en símbolo; una tela convertida en bandera, la piedra negra de La Meca, la calavera con dos huesos cruzados, la esvástica nazi, etc…
Para un niño estos símbolos no significan nada pero con el tiempo, después de aprenderlos ya sea por enseñanza y sobre todo por la propia experiencia, algunos de ellos llegarán a ser pilares fundamentales de su vida. Aunque el acostumbramiento nos lleva a pasarlos casi por alto, la ciudad y sus espacios, están llenos de simbolismos a toda escala. La pequeña plaza de mi barrio donde por primera vez le tomé la mano a una mujer con otras intenciones más que solo ayudarla o la gran plaza urbana donde comenzó un golpe de estado y por qué no, la plaza roja de Moscú.
Me da la impresión de que hasta el momento las artes escénicas que por siempre han usado el simbolismo del gesto, la palabra y el espacio, les falta incursionar en el simbolismo implícito contenido en los intersticios de una ciudad. Por un segundo imaginen la potencia psicológica que tendría una obra de teatro sobre la injusticia, representada en un palacio de gobierno donde alguna vez ocurrió un golpe de estado o una trama referida a la locura del ser humano cuando es víctima o victimario del abuso de poder representada en algún campo de exterminio nazi. Más allá de los materiales constructivos, el color o las proporciones del espacio, por su carga emocional originada en acontecimientos pasados, este actor inanimado puede llegar incluso a ser el protagonista de la historia contada.
Una persona obligada al exilio se emociona hasta las lágrimas al escuchar por ejemplo el himno nacional de su país. La letra que para otro son solo simples palabras, para el son imágenes emotivas que vuelven a su memoria con las consecuentes situaciones asociadas. De igual manera los espacios urbanos están cargados de un fuerte simbolismo ávido de ser usado en beneficio de las artes escénicas. Así como las artes escénicas son la herramienta eficaz para revivir emociones, la ciudad vivida es emoción pura.
Las artes son un medio de comunicación que se vale no solo del lenguaje y el gesto; los cinco sentidos son tocados en toda buena representación. Solo falta un uso más extendido del simbolismo urbano para que la experiencia sea total.