Tomando posiciones
En la Comunidad de Madrid han nombrado como responsable de Cultura a una persona vinculada a la moda, a los programas de televisión más alienantes y a-culturales y que en su currículum laboral figura como lo más destacado el ser el asesor de compras de la esposa de Mariano Rajoy. Ha causado una gran decepción y se están produciendo declaraciones indignadas de responsables de diferentes organizaciones de todos los gremios de la producción cultural y también teatral.
Debe ser fruto del espejismo y el autoengaño en el que se quiere vivir para pensar que el mismo partido que ha llevado la cultura a sus más bajas cotas de cualificación, que la ha maltratado de palabra, obra e impuesto, amanezca un buen día queriendo hacer de la cultura algo más que una pasarela de vanidades, un reencuentro con la caspa cultural y teatral más impresentable y para ello ponga al frente de sus instrumentos de gestión a alguien puramente incardinado con el disco duro de la incultura con más ínfulas.
Por eso se entiende esas declaraciones explosivas de quienes debieron tener alguna confianza en la capacidad de regeneración cultural de un partido que se ha dedicado a vengarse de los artistas pues presumen son todos contrarios a sus postulados ideológicos y nada más lejos de la realidad, lo que pasa es que incluso los presuntamente suyos, notan en sus propia labor cotidiana la desfachatez con la que se llevan los asuntos culturales.
Pero se están tomando posiciones. Se recuerda a los presentes que quedan pendientes elecciones fundamentales. Las catalanas por lo que tienen de impulso soberanista y las generales en donde se puede acabar con la tortura del gobierno actual. A fecha de hoy no se sabe mucho de lo que va a suceder, simplemente que parece improbable que algún partido alcance la mayoría absoluta. Por lo tanto, todo son especulaciones y maniobras orquestales. En el campo de lo partidario y en el campo de las expectativas. Porque el futuro dependerá de quién gobierne y, sobre todo, de sus planes culturales y de las elecciones al frente de sus instrumentos. En Madrid, el ayuntamiento a hecho, a mi entender un magnífico fichaje, una apuesta sensata poniendo al frente de sus instrumentos de gestión cultural a Santi Eraso. Su biografía es su aval.
Pero sin que tenga vinculación expresa, han aparecido declaraciones de dos directores que han tenido altas responsabilidades institucionales que se han despachado muy a gusto y con contundencia. Eduardo Vasco llega a segurar que «el IVA ha sido un intento de asesinato del teatro». Y no le falta razón a la frase. Pero suena estridente en estos momentos. Por otro lado Álex Rigola nos alerta desde Venecia de manera todavía más tremendista: «O hay replanteamiento o el genocidio hecho al teatro será irreversible».
Se señala un intento de destrucción del tejido teatral, de exterminio de todo lo que no sea dócil. Y ahí es donde me cuesta estar de acuerdo de manera absoluta. Ha existido venganza, frivolidad, criterios elitistas y neoliberales desde las instancias gubernaamentales, pero ni la sociedad ha respondido adecuadamente, ni mucho menos los propios afectados, es decir quienes lo hacen, lo producen, lo exhiben, lo gestionan. Hemos tenido mareas de todos los colores defendiendo la escuela o la sanidad pública, pero en el teatro, en la cultura en general, el silencio meticulosamente ambiguo solamente se ha roto por gritos individuales o por discusiones de taberna.
Y ahora claro, hay que tomar posiciones, hay que preparase para el reto del futuro. Lo escribo desde la Córdoba de Argentina, donde he convivido con progaramadores, directores de festivales, gestoras de instituciones latinoamericanas, en un mercado muy bien organizado que nos ha permtiido ver más de una veintena de trozos de espectáculos argentinos. En la relación entre los particpantes se ha demostrado que tienen proyectos en desarrollo de coproducciones de gran entidad pese a contar con menos recursos, con más dificultades estructurales, pero con una actitud de cooperación y una capacidad de reiventarse y de ofrecer a la sociedad un teatro vivo, desligado de los foros negadores de la libertad que crean unas expectativas de sostenibilidad. Hay que aprender de quienes aparentemente tiene menos estructura y legislación, para entender que todos los problemas residen en las decisiones políticas previas, no en su posterior desarrollo y cotidianeidad.
Vamos tomando posiciones. Aunque no sabemos exacatmente para qué.