Atomizados y a la greña
Leo con mucha atención las declaraciones que Juan Meliá, el menorquín que es el Coordinador Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes de México, hace en el marco del Encuentro Estatal de Teatro Aguascalientes, en uno de los estados que forman ese macro país, y en donde señala cosas importantes analizando la realidad teatral de allí, pero que me despierta paralelismos o me apunta a análisis y diagnósticos de la situación actual del teatro en el Estado español.
Parto de esta frase: «Debemos saber en qué mapa vivimos, cuáles son sus fronteras y con qué países estamos vinculados en cuanto al territorio teatral, el conocer al otro y volverse reconocidos es la parte fundamental de las artes escénicas contemporáneas.» No soy capaz de trazar mis fronteras. O dicho de otro modo, cuando me refiero al mapa teatral en lo que llamamos España, lo veo atravesado por fronteras, muros y vallas que impiden la libre circulación de las obras y de los artistas. ¿Exagero? Seguramente me quedo corto.
No quisiera reincidir. Pero todas las autonomías tienen reglamentos restrictivos, proteccionistas. No opino, constato. Las que tienen idioma propio y las que lo tienen común. Existen redes, la llamadas nacional y las autonómicas. Y hasta las provinciales. En cada una de ellas hay compartimentos estancos, lugares ciegos, territorios prohibidos o reservados o imposibles de atravesar con espectáculos que no sean excepcionales. No es algo nuevo, llevamos con esta división interna muchas décadas. Se recuerda que Andalucía, por señalar, hasta hace muy poco no participaba ni de la red estatal. Un detalle.
Pero supongamos que vamos hacia otro modelo de producción y de exhibición, que no todo se base en las giras, en los bolos, sino en cierta estabilidad, lo que está claro es que no existen políticas estatales que cohesionen. La red, es un mercado de contratación, probablemente necesario, pero insuficiente. No quisiera ni mencionar al Ministerio y el INAEM, porque no quiero alterar mi tensión arterial ni caer en improperios ni insultos, pero en su defensa digo que su ineficacia es fruto del diseño político, constitucional y estatutario de la España de las Autonomías, agravada por la ineptitud de sus dirigentes.
Viajo mucho, me encuentro con artistas, dramaturgos, directores, gestores con pasaporte español por algunos lugares. El desconocimiento general del teatro que se hace en España es lamentable. Me encantaría preguntar a gestores con cargo importante, directores de teatros, críticos relevantes, estudiosos e investigadores, docentes, artistas en general, que me digan, una o dos compañías de las comunidades de Extremadura, Aragón o Asturias a no ser que sean oriundos de ahí. Pregunto más, ¿quién es el director del Centro Dramático gallego actual? ¿Qué dramaturgos catalanes están copando con sus obras carteleras europeas actualmente?
Preguntaría cosas tan sencillas como si alguien sabe el nombre de la Sala de Teatro de Mérida que programa durante todo el año? Y lo mismo de Almagro. Alguien sabe qué teatros hay en Jaén. Y en Pamplona. ¿Cuántas compañías profesionales murcianas han visto ustedes actuar en sus lugares de residencia. Seguiría con la s preguntas, pero es cuestión de darnos cuenta de que creemos conocernos, saber algo de nosotros mismos y apenas sabemos de nuestros ombligos y de nuestros intereses cercanos. Por eso somos tan débiles, individual y colectivamente, porque nos convencemos de manera tozuda de que es a través de las empresas como somos alguien, y lo somos a partir de los contactos artísticos, del contagio. Y de la racionalización de nuestra actividad y de los recursos empleados para el desarrollo de los programas.
Perdonen, que me da la risa, ¿alguien sabe citarme alguna compañía portuguesa relevante? O por el otro lado, ¿cuántos teatros nacionales hay en Francia? No hace gracia contrastar esta situación. Y mucho menos desde un periódico dedicado a la información sobre las artes escénicas, donde pretendemos dar cabida a todo. Pues no nos llega información, todos los circuitos están mal conectados. No hay interés, no hay nadie que ilumine en esta oscuridad. Falta liderazgo político y cultural. Y si les pregunto sobre Iberoamérica es cuando me pueden mandar a tomar viento a la farola más lejana del malecón.
Pero es así, reflexionemos. La atomización y los enredos pequeños y ese si no puedo ir a tal comunidad que nadie entre en la mía, nos ha colocado en esta desgracia. Quizás sea un fracaso remediable.