Camilo despierta en el Teatro de La Candelaria y desata polémica
Camilo, es un trabajo que desde antes de su estreno se ha visto juzgado.
¿Acaso el arte, el teatro, es un espacio de juicio? ¿Eso no le corresponde a otros profesionales? ¿Censura al artista? ¿Hay que darle gusto a quién? El artista toma posición y pinta su lienzo. Punto. El deber del artista es ese.
Leí en la revista «Semana», tras el anuncio del estreno de la obra «Camilo» dirigido por Patricia Ariza, comentarios tales como : «… van a salir con esta obra para rendir homenaje a un asesino?» o «La herencia del cura Camilo Torres y toda la sangre derramada por estos bandidos. Y todavía rindiéndole homenaje en un teatro. Que absurdo habiendo tantos Colombianos valiosos para destacar. Mi Colombia esta perdida.»
¿Porque no poner sobre el escenario a un personaje tan interesante, polémico y tan dramáticamente teatral come es Camilo Torres? Por demás esta hablar de la importancia de Torres «El primer cura guerrillero» en la historia del país cuya figura recuerda la realidad no deseable de su historia marcada por transformaciones sociales a través de la fuerza.
«Camilo» se pone en escena ahora en el marco del Festival de mujeres en escena por la paz, de Bogotá Colombia y estrenado en Julio en un momento en que el proceso de paz de Colombia se tambalea, y que naturalmente desata pasiones y posiciones bien encontradas.
Esta obra no propone una biografía y más bien te acerca a la forma en que cada uno de los actores siente el alma de Camilo, en los de su tiempo y en los de ahora, todos, hombres y mujeres interpretan a Camilo en diferentes estadios de su vida, en un elenco compuesto por actores que vivieron los tiempos de Camilo y otros jóvenes que ponían voz a su sentir a través del personaje «Yo quiero la paz para mi país» como mensaje esencial de Torres.
Un trabajo que utiliza variedad de recursos, en el que se evidencia el trabajo de grupo, la cohesión de actores, el buen aprovechamiento por parte de la dirección de cada actor en sintonía con sus habilidades, un trabajo de cuerpo coral , limpio y lejos de la exhibición, que transporta la voz de este sacerdote que en un momento pensó que cualquier católico debía participar en la lucha armada, a la realidad de un hoy de Colombia el que está en la sartén todo el tema de la paz, los que quieren la paz y los que no la quieren, y la voz de Camilo que asegura que la victoria siempre será la paz.
La música nos conduce sobre los pasos recorridos por el hombre que promovió el dialogo entre el marxismo y el catolicismo y que a juzgar por quienes lo conocieron era alegra y cantarín, incluso nos acerca a una música mas contemporánea urbana en voz de los jóvenes actores que invocan la paz una y otra vez.
Un trabajo rico en imágenes llenas de metáfora y poesía.
Camilo se debate entre la seductora dama de la guadaña quien baila un tango con él, y su madre que reprocha la decisión de partir al monte. Madre que después asegura no ser creyente pero estar dispuesta a rezar para que le devuelvan a su hijo.
Bello ver a un Camilo interpretada por una actriz soberbia que nos deja adivinar la contradicción entre la fe y la creencia religiosa con un fusil en la mano y el 5to mandamiento en su boca «No mataras».
Un trabajo que nos acerca y nos enternece con el primer cura guerrillero, creyente en la «eficacia del amor» que no fue entendido por el estado ni por la iglesia y que fue muerto en su primera experiencia en combate a los 37 años de edad, cuyo cuerpo muerto «vivió» el destino que en la actualidad viven otros tantos muertos «N.N.» (Término utilizado por la policía para catalogar a una persona no identificada en actitud sospechosa de crimen).