Para Pepe Henríquez
Querido Pepe:
Mentiría si dijera que este viaje tuyo me ha pillado de sorpresa. No. Todavía sin noticias del asunto, nos encontramos en un Mercadona del barrio y me recomendaste un producto de esa casa para mi diarrea. Entonces no teníamos datos de nuestro futuro inmediato. Y de repente sucedieron diagnósticos y miedos y nos metimos en ese mundo donde la palabra cáncer se convierte en una obsesión. Lo tuyo ha acabado como desgraciadamente podía suceder, yo he tenido mejor suerte. De momento.
Seguro que te lo han contado tus familiares y amigos, pero por la parte que me toca, te quiero decir que la profesión ha respondido de manera unánime y de forma laudatoria. No te quiero engañar, me han sorprendido algunas adhesiones inquebrantables de personas o entidades que no te han tratado demasiado bien en los últimos años, pero ya se sabe, muertos, cuando ya no molestamos somos mejor valorados que vivos.
Desgraciadamente en vez de hacer panegíricos o semblanzas de los que se han ido nos dedicamos a instaurar un relato que se superpone para que llame la atención nuestro yo, cosa en la que estoy cayendo como puedes comprobar. No tengo una idea concreta de cuándo nos conocimos, sé que fue en la Sala Triángulo, pero después con las horas que pasamos hablando y, sobre todo, discutiendo a lo largo de estas últimas décadas, me dejó muy sorprendido que vieras una actuación de la Cooperativa Denok en el año 1981 en la Ciudadela de Pamplona de un montaje glorioso de El Rayo Colgado de Paco Nieva con dirección de Juanjo Granda.
Es decir tu vocación para estar al tanto de las cosas que sucedían era innata, la traías en el código genético y en tu militancia política. No ha sido nuestra relación un de esas que se puedan considerar como exquisitas. No, había roces y reticencias, pero hoy no estoy con ganas de señalar lo bueno, sino lo eficaz. Gracias a tus primeras gestiones, Artezblai publica hoy las obras ganadoras del Premi Born en euskera en un principio y ahora también en castellano. Por cierto, esas casualidades de la vida, me tocó comunicar tu paso a ese estado en el que te encuentras a Baltasar y Ana, en Brasilia, donde también está Josep Maria Miró, un doble ganador del Born al que le acaban de publicar en portugués y se hizo una lectura ayer, con el que trataste como editor en su primer galardón.
Todos vamos a estar de acuerdo en que uno de los momentos de mayor proyección de Primer Acto fueron los años en los que eras redactor jefe, y cuando algo no cuadraba ahí, le dabas salida en otros lugares como fue una obra de Marco Canale que causó gran impacto y acabamos publicando nosotros. Cuando acabaste tu relación con la familia Monleón, estuviste a punto de colaborar con nosotros, pero no fue nada habitual, sino cosas esporádicas, un artículo sobre Angélica Liddell si no recuerdo mal.
Nos veíamos en los teatros. En la librería donde las dos libreras han estudiado en la Resad con tu hija, en la calle, y no siempre teníamos opiniones iguales ni de los espectáculos, ni de las personas, ni mucho menos de las instituciones. Ahora tengo sensaciones encontradas y pienso que me gustaría que se me hubiera pegado algo de ti: tu olfato, tu solidaridad, tu constante estado de alerta y de ganas de entender lo que está viniendo. En la actitud ante el teatro iberoamericano nos encontrábamos, también en una vaga idea de lo que nos gustaría fuera la organización política de la sociedad.
Lo que hoy aseguro es que tu pase al estado en el que te encuentras es malo, en términos absolutos, para el teatro en general. Pierde unos ojos, unas orejas, un corazón y una manos para explicar lo que está sucediendo y lo que empieza a vislumbrarse, aunque sea un simple brote. Hay quienes van a intentar seguir ese camino. Por mi parte quedo donde estaba, un poco más melancólico, con más retranca, menos confiado en ningún futuro, pero al pie del cañón.
Esta carta está muy atravesada por silencios y atropellada por emociones estranguladas. Intentaré mantenerte informado. Oye y no dejes de recomendarme como siempre novelas negras que estés leyendo para entender mejor el mundo en el que vivimos. Espero que ahí te dé por ponerte al día con las tecnologías. Y no me esperes en un buen rato.