Un andamio vestido de flores
Ovillejo, esticomítico, sirrema. Apocope, redondilla, sinalefa. Estrofa, verso, acento. Sílaba, rima, métrico. Un término es una palabra que tiene un significado único, dentro de un campo del saber humano. Normalmente, estas palabras están vedadas a quienes desconocen ese área especializada, llámese medicina, comunicación intercultural, pesca de anzuelo o teatro en verso. Escucharlas sin saber, es como si te hablaran en chino. Los médicos suelen hacerlo mucho, quién sabe por qué razón.
Las buenas maestras, los que de verdad saben, suelen tener la capacidad de hacer fácil lo que no es simple, de transmitir años y años de estudio, conocimiento, dudas y resoluciones con una sencillez que engancha, enamora, que empuja a querer seguir sabiendo, haciendo, leyendo. A estas personas se las reconoce porque, si vas al tercer día de sus clases, el 85% de las palabras que utilizan son términos, términos que sus alumnos no hubieran entendido ni por asomo el primer día de clase y que ahora tienen ya integrados, al menos, racionalmente.
Karmele Aramburu es una de esas maestras, quizás por ser también amante del verso. Y ese amor, lo transmite a raudales en sus sesiones de trabajos versales. Es cerebro que piensa y cuerpo que acciona desde la emoción a la intención y de la intención a la entonación. Primero presenta la métrica, nos da toda la información necesaria, casi matemática para construir el esqueleto del trabajo versal. Entonces, las cabezas empiezan a contar, a descifrar, a ver dónde tienen que saltar, dónde unir, dónde separar. A contar sílabas, a reconocer esquemas métricos, resumiendo: Empiezas a hacer tres sudokus, a un tiempo, sin parar.
Una vez que tienes el esqueleto, el andamio, o la escalera, según lo queramos llamar, empieza a nevar. Y la fría escalera de hierro queda recubierta por una densa y suave capa de nieve que redondea las formas e impide ver el armazón que la sustenta. Esta bella imagen de la escalera de metal recubierta de nieve es de la actriz del Odin Teatret Roberta Carreri y la utiliza para explicar el arduo trabajo de partituras de acción que se esconde tras el bello resultado que vemos en momentos de actuación. Karmele Aramburu habla de vestir el andamio con flores, otra metáfora prima-hermana de la anterior, más aguda quizás, porque en la primera, nieva del cielo, pero la segunda señala dónde reside el verdadero arte a la hora de actuar: en qué flores eliges para poner en el andamio, en dónde y cuándo decides hacerlo.
De la boca de Karmele Aramburu salen perlas cuando enseña. Aquí os dejo una de tantas para que os susurre en voz alta en la sala de ensayo cuando os encontréis escindidos, sudados y en plena lucha entre la razón y la emoción, entre la técnica y la inspiración, entre la pulcritud y el borbotón, entre lo riguroso y el galope de lo inasibe: VUESTRO CEREBRO ES ARTÍSTICO.