Sud Aca Opina

Hombre pequeño dios

«…y el hombre creó a dios a su imagen y semejanza».

¿Que no era al revés?

El infinito poder creador del hombre es tan inconmensurable que incluso lo ha llevado a crear divinidades plenipotenciarias, haciendo de estos dioses hombres supremos.

Desde siempre ha sido así y lo más probable es que siga siéndolo por siempre. En su afán de respuestas, cuando al hombre se le acaba la lógica para explicar el mundo que lo rodea, antes de caer en la desesperación, crea dioses como la explicación dogmática para todos los misterios.

Sin retroceder muy lejos en la historia, griegos y romanos de manera politeísta no sólo crearon dioses sino que familias de dioses con todos los conflictos que se daban en las familias normales de aquella época. Ni hablar si hoy en día alguien fundase castas de divinidades tomando como modelo las cada vez más frecuentes familias disfuncionales que han pasado a ser con más frecuencia las familias comunes.

¡Si, tenemos el maravilloso poder de crear!

¡Usémoslo!

¿Para crear qué?

Cualquier cosa. El resultado es importante pero sin duda lo más importante aún es el complejo camino que se debe recorrer para llegar a ese resultado.

Aunque aparentemente nunca haya logrado peinarse o quizás ni siquiera lo haya imaginado, Albert Einstein aseguraba: «Si lo puedes imaginar lo puedes lograr».

No es la inteligencia, la fuerza, el poder, los recursos o algún tipo de ayuda divina la que nos puede facilitar la mejor forma posible de vida, sino la imaginación hecha acción.

Así como desde hace un tiempo ya «la» inteligencia se ha dividido en inteligencia emocional, matemática, lógica, lingüística, corporal, musical, espacial, naturalista, interpersonal, intrapersonal y muchas otras dependiendo del foco al cual se apunte con la definición, con la imaginación pasa exactamente lo mismo; ya no existe «la» imaginación sino diferentes tipos.

No sólo escribir un poema, pintar un cuadro, concebir una coreografía o una pieza teatral son actos imaginativos.

Lograr silenciar esa molesta gotera a medianoche o abrir una lata de conservas sin un abridor, también son actos creativos producto de nuestra imaginación.

La vida misma puede llegar a ser el resultado o fracaso de nuestra propia imaginación para potenciarla.

Imaginar es como abrir puertas y de más está decir que mientras más llaves tengamos, mayor será nuestra probabilidad de pasar del otro lado del umbral.

Las llaves de nuestro llavero no son otra cosa que esas experiencias que vamos acumulando a lo largo de nuestras vidas, querámoslo o no.

Si bien es cierto todos somos pequeños dioses, al menos debemos proveernos del barro que nos permita fabricar nuestras propias llaves.

Me conformaría con acercarme más a una semejanza con San Pedro quien puede abrir todas las puertas imaginables, las sagradas y las profanas también, que a un dios últimamente tan manoseado por falsos creyentes y vilipendiado por sus opositores.

El que esté libre de pecado que lance la primera piedra o de lo contrario, que lance una primera idea.

Amen.


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