Sud Aca Opina

Tecnología y sentidos

El despliegue multimedia de la tecnología nos engaña pues ya nada está dado a la imaginación. Sonidos, colores y en breve, incluso olores, nos dan una percepción casi acabada de eso que antaño teníamos que terminar de formar con el auxilio de nuestra imaginación.

¿A quién no le ha pasado que al ver una película basada en un libro que ya leyó, le parece que los paisajes no deberían ser esos, que las voces no corresponden a los personajes, que muy poco o nada de los detalles que enriquecen la trama principal son lo que deberían ser pues se contraponen a lo imaginado cuando la única información recibida fueron las palabras escritas y nuestro cerebro completó el resto.

Demasiada información no nos deja imaginar pues está todo ahí.

¿Existe algún mejor lugar que un páramo alejado de todo y todos para que nuestra imaginación vuele hasta llevarnos a esa inmaterial realidad creada por nuestras ansias de ser?

No necesitamos más tecnología que la simplicidad de un pensamiento para hilar ideas que una tras otra se vayan transformando en vertiginosa energía capaz de llevarnos a mundos impensados.

Hasta ahora cualquier máquina por supuestamente inteligente que esta sea, en definitiva es absolutamente idiota al momento de innovar y lo que es peor, después de haber sido programada, nunca se equivoca al tener que seguir una rutina de comportamiento.

¿Cuántas innovaciones, mejoras, descubrimientos, cambios, no se han dado por la equivocación del hombre quien ya sea por cansancio físico, mental, rebeldía o simple azar, no repitió la rutina establecida?

Estamos condenados a la equivocación por lo que tenemos que estar atentos para sacar provecho de ella y la mejor forma de estar atentos, es estimular constantemente todos y cada uno de nuestros sentidos.

La vista puede extasiarse frente a un cuadro pintado por el hombre, un paisaje natural de múltiples colores o la obscuridad teñida por la imaginación.

El olfato viaja hacia una conquista impensada al sentir ese olor que nos recuerda primeras experiencias.

El gusto puede ser acariciado por el buqué de un buen vino o la saliva de la amada.

Nadie puede negar que se ha emocionado hasta las lágrimas al escuchar los sonidos de una tierra lejana o de un tiempo pretérito.

El tacto puede recorrer la superficie de una sensual escultura o erizarse ante el frío del viento golpeando la piel.

La tecnología es una realidad ineludible pero tenemos que desarrollar nuestra capacidad discriminativa para obtener de ella el mayor provecho sin volvernos sus esclavos.

La aldea digital es cada vez más pequeña y aunque gracias a un par de clicks podamos saber todos los datos biológicos y los hábitos de apareo de la mariposa nocturna azul del amazonas, nunca habremos sentido la sutil brisa de su aletear al sobrevolar nuestra cabeza o posarse en nuestra mano con la iluminación de una luna llena de fondo, más de 35 grados de temperatura y 80% de humedad relativa.

Nunca nada podrá reemplazar a la vivencia real por parcial que esta sea.

Mientras no tengamos la oportunidad o los recursos como para vivir otras realidades, las artes escénicas son las únicas capaces de hacernos experimentar lo más cercano a una vivencia real, sobre todo gracias a nuevas tendencias para las cuales ningún recurso está vedado.

Intentemos que no sólo nuestros pulgares recorran una pantalla sino que nuestra mente potenciada por los sentidos vague por esta aldea digital de nuevas posibilidades.


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