Si lo crees lo creas

Warning! Warning! Es una comedia

«Warning!» –suena en mi cabeza cuando leo en un cartel o programa de mano: «Género: comedia»

La risa es un asunto muy serio y no tiene gracia lo que hemos hecho con ella. ¡Las comedias son un pollazo/coñazo! –qué raro queda esto de invertir los géneros en el lenguaje. Lo intentaré de nuevo: ¡es un rollazo! –mejor. Prefiero escucharle el discurso a mi tía abuela sobre las flores del cementerio que ver una comedia española. #paraquémentirles

Me gustaría compartir con ustedes dos puntos claves para la realización de una «buena comedia» cuyo objetivo sea hacer reír:

1- Jamás intentes hacer una comedia con el objetivo de hacer reír, nunca será buena.

2- Vuelve al punto número 1 – las veces que haga falta.

Si por el contrario tu interés está en contar una historia y desde el punto de vista que deseas abordarla coincide con el objetivo de «quitarle peso», «ridiculizar el drama», «reírte de los caracteres» o «desvalorizar ciertos argumentos» entonces puedes leer lo que, a continuación, serán dos breves reflexiones que te ayudarán, desde mi perspectiva, a potenciar la elegancia, la sutileza y la efectividad de los distintos tonos que se pueden desprender de una escena con estas posibilidades.

*Advertencia, este post excluye la parodia, en ella las licencias son ilimitadas.

La risa y el llanto -el drama y la comedia- son las distintas caras de una misma moneda, los opuestos integrados, como el yin y el yan. Uno no se ríe de cómo caen las hojas de los árboles en otoño, ni de un atardecer, uno se ríe de todo aquello que, dependiendo de la circunstancia, en su conflicto podría desencadenar un drama o tragedia. #condiciónhumana

Por lo tanto existe un primer punto fundamental a la hora de encarar un texto supuestamente «cómico»: ELEGIR quién va a reírse de esto, ¿el público o «yo-artista»?

*La decisión tomada determinará radicalmente el rumbo de la obra, no solamente en el estilo sino en su contenido y profundidad. #comediayprofundidad #vandelamano #todoslosdías #seaprendealgonuevo

Pongamos un ejemplo tópico español, simplemente como recurso, el cual funcionaría al 100% en una cámara oculta: alguien tropieza y trata de disimular. Si por casualidad la decisión tomada tiene como objetivo que el público sea el que se ría, obviamente el actor deberá trabajar en drama absoluto, como si la vida dependiera de ello. Cuanto más serio sea el golpe, más fuerte la vergüenza y más empeño haya por disimularlo todo, más patética nos parecerá su personalidad, y es entonces cuando el artista deja servida en bandeja una situación que, como en la vida, no garantiza la risa del público, pero que sí ofrece la atmósfera adecuada para que pueda gestarse, mientras que algo interesante está ocurriendo de verdad.

He de decir que esto que, al igual que para mí y para muchos, es básico y evidente, no se suele poner en práctica en nuestros teatros ni platós. Parece que el gusto por la segunda opción -me río «yo-artista»- está más destilada. Es una costumbre muy tradicional la de actuar con esa presencia escénica de «qué risa, qué risa lo que estamos haciendo», «soy tan simpático/a que me la parto yo solo/a» o «explícales el chiste porque lo mismo no se enteran» que al final lo que consiguen es… ponernos de mala hostia.

* Lo sé, al gran público le gusta, pero no estamos en tiempos de vender nuestras almas por agradar. Se está quemando el tejado y nosotros empeñados en poner cortinas nuevas en el salón.

Así es que, para concluir esta parte, mi recomendación ante esta segunda y desgastada opción se basa en un breve acto psico- mágico que se divide en tres partes:

1- Deja las tablas una temporada.

2- Ve a casa de papá y mamá, abrazarlos fuertemente y diles: «os necesite de otra manera, sin embargo os doy las gracias porque os amo profundamente»,

3- Vuelve a tu casa, lo lloras todo y cuando sientas el impulso vuelves al trabajo. #manodesanto

El humor, claramente, es muy personal y subjetivo, y requiere de ese valor y honestidad tan denostados en estos tiempos de cambio profundo. Utilizar abiertamente el sexto sentido –el del humor- implica exponerse y hace falta coraje para desnudarse, psicológicamente hablando.

Quizás para uno/a poder reírse de algo trágico haya tenido que llorarlo primero, quién sabe.

Para mí la risa es un estado iluminado de existencia. Es vibración a un alto nivel. Es la ausencia del ego. Es Dios celebrando la vida a través de nosotros. Encarar una historia, de la índole que sea, sacrificando su contenido profundo por la carcajada superficial ha desvirtuado completamente la riqueza de este género, convirtiéndolo en algo «menor», en un pollazo vamos… ¡digo rollazo!

El arte de la risa requiere un alto nivel de perspicacia, vulnerabilidad, compromiso y seriedad.

Fdo: #yoibadeperegrina #ymecogistedelamano


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