Unhas poucas picadelas/Laila Ripoll/Teatro de Ningures/Etelvino Vázquez
La violencia de una vida normal
Se agradece el riesgo de asumir asuntos espinosos y complicados de tratar en la escena. A los pocos minutos de comenzar, UNHAS POUCAS PICADELAS se convierte en una piedra gris que pesa sobre la atmósfera de tragedia. El escenario nos muestra una relación de pareja convencional, un matrimonio heterosexual, como algo de aliento trágico.La vida cotidiana y su encajonamiento en la rutina reductora de los roles no igualitarios de pareja huele a rancio, pese a su desgraciada actualización constante.
La idea de progreso social choca estrepitosamente con los roles de género en los que se estandariza la desigualdad, desde el hogar hasta la empresa.
En UNHAS POUCAS PICADELAS los grises escenográficos (moqueta del suelo que se eleva a pared de fondo, mesa y sillas con ángulos visuales deformados) enmarcan una relación también gris, de trazos funestos. El suelo se vuelve pared y las paredes aprietan contra el suelo. El peso de la tragedia se siente en el diseño de la iluminación y en la concepción escenográfica, pero también en la coherencia del empleo del estilo interpretativo actoral.
El marido viril, interpretado por Machi Salgado. El ama de casa dulce y sumisa, interpretada por Casilda Alfaro. La narradora, que es voz de la radio, voz epistolar de una amiga, quizás, incluso, reducto coral de la antigua tragedia… interpretada por Pepa Barreiro. Encajonamiento de perfiles rígidos e inflexibles abocados a la desgracia.
La miseria humana, las dependencias económicas, el papel de las madres en la educación de los hijos varones y la perpetuación de los roles de género… La mezcla inquietante entre lo sexual y lo violento, entre las leves chispas eróticas y las inmovilizadoras acometidas tanáticas.
Las acciones de los personajes, igual que las formas que los rodean, generan un peso trágico sobre la atmósfera escénica.
Machi Salgado y Casilda Alfaro hacen creíbles los difíciles roles de verdugo y víctima, en un realismo de aristas teatralizantes sutiles.
Unas aristas estilizadas que, desde la dirección escénica, muestran una voluntad de afilar el cuchillo hasta el límite. Al mismo tiempo que se hace digerible por la distancia teatralizante de las convenciones espectaculares que no disimulan, sino que muestran, el juego del teatro.
Esta voluntad, además de las aristas en el estilo interpretativo realista, también se hace explícita en la utilización de los elementos escenográficos: la mesa como puerta del hogar o como cama matrimonial, las patatas invisibles que giran en las manos de Casilda al lado del cuchillo…
La traducción al gallego, del compañero Xosé Manuel Pazos Varela, es brillante porque trabaja con actos locutivos de concisión afilada y, a la vez, consigue un registro de habla popular fluido, sin renunciar a la fraseología más patrimonial de la lengua de Rosalía.
Afonso Becerra de Becerreá
Obra: Unhas poucas picadelas – Autora: Laila Ripoll – Traducción: Xosé Manuel Pazos Varela – Dirección escénica: Etelvino Vázquez – Interpretación: Casilda Alfaro (ELA), Machi Salgado (EL), Pepa Barreiro (VOZ) – Escenografía: Pablo Giráldez «O Pastor» – Vestuario: Julia Abal – Iluminación: Salvador del Río – Música: Anxo Graña – Producción: Teatro de Ningures – Auditorio Municipal de Cangas, domingo 6 de marzo de 2016.