Meta- hipótesis.
Hablar de teatro es hablar de la vida, y hablar de la vida es… hipotetizar.
Meta-hipoteticemos pues.
Ayer escuchaba a María Velasco en el Laboratorio de dramaturgia para el Surge junto a Alberto Conejero y decía algo así como «el teatro es el no-lugar donde pueden existir todos los lugares del mundo». Y por supuesto no me refiero únicamente a una dimensión física espacial, sino a la co-existencia de todos los mundos posibles en un mismo plano.
Llevo varios meses escribiendo un solo teatral basándome en mí como objeto de investigación, no desde un enfoque onanista sino desde la exposición honesta de mi propio personaje a través de anécdotas de la infancia, creencias y todo tipo de pensamientos que forman parte de la conciencia colectiva, con el fin de teatralizar la búsqueda de una verdad común –si existiese- a través de un viaje poético interior utilizando la PRESENCIA como vehículo y con destino a «LACURA» – título del espectáculo.
Mi sorpresa al entrar a formar parte de este laboratorio de dramaturgia para actores -que por cierto, y aprovechando la oportunidad de seguir haciendo autobombo, se desarrolla en el Teatro El Montacargas hasta finales de Mayo- es la absoluta «causalidad» de que esté directamente enfocado en investigar este tipo de dramaturgias: «auto-ficción» la llaman.
Debo confesar que no tenía ni idea de la cantidad de información, escritos, teorías e investigaciones que existen ya al respecto y en relación a este, y hasta ahora desconocido para mí, género dramatúrgico y sin embargo llevo haciéndolo inconscientemente, al menos a un nivel intelectual, casi toda mi vida artística.
¿Qué quiero decir con esto? Y aquí aúno la «meta-hipotetización» con la «causalidad» y mi sorpresa: uno de los objetivos de la auto-ficción es romper la barrera de la individualidad/soledad/muerte ante la homogeneización de una sociedad dividida y separada mediante el ejercicio de exponerse como ser individual, compartiendo verdades interiores, ya sea desde la poetización o la cruda anécdota, y generando un acercamiento inevitable con el resto de los seres humanos. Algo así como «mi voz es la de todos y todas la voces son la mía propia».
¿Qué quiero decir también con esto? ¡Que cada vez se hace más obvio a mis ojos lo que los mitos nos cuentan! Hemos escuchado muchas veces eso de «las ideas están ahí, no son de nadie» o «cuando alguien tiene una idea en algún lugar del mundo, hay otras 500 personas –si no más- en el mismo momento teniendo la misma idea al otro lado del mundo», la diferencia está en que unos la encarnan y otros no.
Así es que para concluir mi escrito de esta semana diré que mi intención primera es celebrar que temas como este, «géneros que investigan el ENCUENTRO real», tengan cada vez más fuerza -pues llevan existiendo muchos años ya, no sólo en las artes escénicas sino también en las cinematográficas- y que cada vez se hagan más presentes, casi como invasiones, en nuestras creaciones artísticas, porque – y aquí les dejo ver mis fantasías proféticas- me hacen ver de manera cada vez más obvia que hay algo más allá de todos nosotros, no sabría decir el qué pero es sin duda más inteligente, que se cuela en la realidad para decirnos que existe «otra cosa», otra posible manera de vivir/existir.
Mi último deseo es agradecerle a «esa cosa» el que me haya cruzado en este laboratorio y tener la suerte de encontrarme con los grandes profesionales que investigan en él, compartir la intimidad y poder nutrirme de un género que más que encarnarlo, me encarna.
Larga vida al teatro que es vida y a la vida que es sueño.