Cambio de chip
A excepción de Cataluña, en la península ibérica el teatro amateur se desarrollaba en una situación complicada, minoritaria. Cantidad de grupos, compañías o colectivos que hacían teatro tendían a profesionalizarse rápidamente con mayor o menor fortuna. La profesión se apoyaba en una pirámide invertida sustentada por una minoritaria base formada por grupos de aficionados y por una cabeza muy ancha y pesada repleta de profesionales peleando por unos bolos, por entrar en circuitos o por realizar giras más o menos articuladas. En Cataluña, 30 años atrás, ya existía una federación de grupos amateurs con un músculo de más de ochocientas compañías. Cada pueblo, barrio o distrito contaba con una o varias compañías que se reunían en casals, casas del pueblo o parroquias para hacer teatro. Estaban organizados, realizaban intercambios entre ellos, giras… Montaban certámenes, festivales, ciclos para aficionados. También se ocupaban de mejorar a través de cursos, jornadas formativas o relacionándose con profesionales de prestigio que invitaban a trabajar puntualmente con ellos. Mientras, en el resto, la situación era bien distinta.
Los Premios Max 2016, dentro de las tres categorías especiales que promueven, premiaron con el Max Aficionado a la sección de teatro del Centre Moral i Cultural del Pobleneu, reconociendo así la labor en el mundo de los aficionados. Cantera de futuros profesionales y sobre todo, importantísima cantera de públicos para las artes escénicas. Públicos más formados y con mayor criterio. Destacable y loable.
Ya hace unos años que las cosas se van moviendo en el mundo de los aficionados. Algo va cambiando. ¿Será un cambio de chip? Interesante camino hacia la normalización de las artes escénicas en todos sus niveles. Hay compañías de aficionados que nacen con esa vocación, con aspiraciones amateur y sin intencionalidad, a priori, de profesionalizarse. Reivindican locales, ayudas, entrada en los teatros, foros de exhibición, cursos de formación, talleres,… Sienten la necesidad de juntarse, de auto organizarse como manera de compartir problemas y necesidades y de avanzar. La administración, por otro lado, bastantes problemas tiene con lo profesional, como para preocuparse de estas cuestiones que están a la cola de todos los problemas. Pero no olvidemos que este cambio de chip se presenta como una oportunidad. Las administraciones intervienen en el campo aficionado de manera desordenada, irregular y no coordinada. Hay que pararse, reflexionar, ordenar los programas, diseñar una estrategia y reunirse con los distintos agentes públicos para complementarse y generar sinergias e intervenciones en el campo de los aficionados que ayude a la consolidación de una eficaz base de aficionados por el bien del teatro y de los públicos de hoy y mañana.