Numancia/Miguel de Cervantes/Teatro Español
Desde el cerco del Español al grito de la libertad y de resistencia
El acto radical, extremo, sacrificial y al mismo tiempo tan teatral, de los Numantinos, prefiriendo morir libres con dignidad a ser vencidos por los Romanos, me evoca lo que me dijo un día la inmensa actriz española María Casares, exiliada de la Guerra civil en Francia, sobre su oficio de teatro, entendido como una pasión casi mística. Maria Casares fue una santa del teatro. Para ella, todo el trabajo de ensayos no era otra cosa que prepararse para el sacrificio, yendo al encuentro definitivo como si fuera el último, con el público en este templo llamado el teatro, para ofrecerse, consumirse en el fuego sagrado en el altar del escenario.
El teatro y la libertad eran la única fe laica para María Casares, hija de la Republica Española.
También, a menudo Cervantes me lleva a pensar en los tantos otros grandes de la literatura y del teatro, apartados, exiliados y olvidados en la historia más reciente como entre otros Bergamin, Max Aub, María Casares, fallecida hace exactamente 20 años.
La historia trágica que Cervantes nos cuenta en su Cerco de Numancia, escrita en 1583, es una primera gran tragedia moderna laica que nos enfrenta, 400 años antes, Sartre y otros filósofos existencialistas, a las preguntas existenciales como esta de Hamlet «Ser o no ser», y a muchas otras sobre la responsabilidad del ser humano, su libertad de decidir su propio destino, incluso el suicidio, con el único principio, la dignidad. Esta libertad era impensable en la España de Cervantes, dominada por el peor poder religioso, la Inquisición.
El pecado de suicidio era el fuego del infierno.
Numancia, obra moderna y abierta, metafórica, suscita múltiples lecturas.
La que nos propone la versión de Luis Alberto de la Cuenca y Alicia Mariño, puesta en escena por Juan Carlos Pérez de la Fuente es ejemplar por su manera de poner en evidencia tan claramente la intemporalidad y la actualidad de la temática planteada por Miguel de Cervantes.
No es un montaje de circunstancias, tampoco se inscribe en la ola conmemorativa del 400 centenario de la muerte de Cervantes que ha desencadenado la competición ridícula entre los sabios especialistas de la obra cervantina y los eruditos shakespearianos : cuál de los dos es más grande, más genial, más actual. La posteridad de un gran autor es hecha de sol y sombra.
Hoy podemos preguntarnos : ¿ porque el teatro de Cervantes fue despreciado, en unas épocas casi olvidado, considerado inferior al de Lope de Vega o al de Calderón ?
¿ Quizás precisamente por que no correspondía a las reglas y a las modas de la época, por que ya fue pionero de la nuestra ?
Tras este largo prologo pasamos a Numancia sitiada por un ejército numeroso del poder imperialista de los Romanos, metáfora de todos los poderes totalitarios que someten un pueblo, confiscando sus derechos y su libertad, reduciéndole a la esclavitud.
Tras el largo cerco de Numancia por el ejército de Escipión en 133 a.c., los Numantinos, hambrientos, desesperados, agotados, ante la muerte, para no darse por vencidos y no convertirse en esclavos, deciden morir con dignidad, libres, matándose ellos mismos, aniquilando, quemando todos sus bienes. Esta reivindicación de la dignidad, de la muerte digna, es un acto revolucionario de supremo coraje, de rebeldía, de resistencia.
Con su acto ejemplar los Numantinos nos dicen : sin dignidad no hay libertad, la dignidad no es negociable.
En varias versiones escénicas, como por ejemplo las de Rafael Alberti en 1937 o de Miguel Narros en 1966, el afrontamiento de los dos campos opuestos, numantino y romano, se identifico con la realidad política española de la época, reflejando los compromisos ideológicos y políticos de los directores de la obra.
La visión de Numancia propuesta por Juan Carlos Pérez de la Fuente, al contrario de las interpretaciones maniqueas, partidistas, reductoras, abre el debate sobre la problemática fundamental de la obra cervantina, revolucionaria en su época, pero de una sorprendente actualidad : de la libertad y de la responsabilidad del ser humano ante su destino, en las guerras y los conflictos políticos, de la dignidad como el valor supremo, del honor, de la igualdad de los hombres y de las mujeres en la sociedad.
Juan Carlos Pérez de la Fuente hace una lectura abierta de Numancia, resaltando la dimensión metafórica de la obra, sus resonancias con nuestro tiempo. En el grito de desesperación y de resistencia de los Numantinos oímos «el grito de las mujeres y hombres que hoy padecen las injusticias de esta crisis, los aquejados por el paro, los refugiados, los que buscan una vida más digna y se encuentran con nuestras fronteras plagadas de concertinas.» El mensaje de su espectáculo es : «mirar a la vida de frente, sin miedo y con la esperanza que el mundo cambie.»
Un mensaje optimista, pero de momento no se ve ninguna premisa de cambio.
En su versión del texto, compuesto de un prólogo y dos jornadas, Luis Alberto de Cuenca y Alicia Mariño han efectuado unos recortes, dando a la obra claridad sin quitar sus ambigüedades ni su potencia poética.
Algunos pasajes de la obra son reescritos desde la mirada de hoy.
Así, en esta versión estamos en un mundo sin dioses, sin ninguna trascendencia, en que «cada cual fabrica su destino» dice Escipión.
«Numancia es una biblia laica y una tragedia política» afirma Juan Carlos Pérez de la Fuente. Una tragedia moderna en que el protagonista es el pueblo, la gente humilde, que llega a la consciencia de la libertad. Aquí no hay héroes, el honor, la dignidad no pertenecen solo a los aristócratas, son valores de todos.
Con un elenco excepcional conformado por 12 actores, unos conocidos, unos otros no, Juan Carlos Pérez de la Fuente convoca en el escenario desnudo el mundo de las guerras y de los conflictos políticos de todos los tiempos, en que unos son encerrados entre los muros por los otros.
El mundo de hoy donde los muros visibles, solidos, y otros invisibles se multiplican y donde los pueblos muriendo de hambre, huyendo ante las masacres intentan saltar los muros y las concertinas.
En su concepto del escenario Juan Carlos Perez de la Fuente y su escenógrafo Alessio Meloni han optado por un dispositivo escénico intemporal, à la vez de la memoria y del presente, muy sencillo, con pocos elementos y una pasarela que atraviesa el patio de butacas en la cual trascurren algunas acciones.
De este modo el público está incluido en la representación.
En cada lado del escenario hay una cortina de gasa y al fondo tres tableros de hierro con una puerta que evocan los muros de Numancia, pero también los de la actualidad.
En el inicio del espectáculo un personaje pone en el centro del escenario un incensario, símbolo de la unidad de los Numantinos quienes se reúnen alrededor de el en algunos momentos.
En el prólogo se proyectan sobre las cortinas de gasa las imágenes de refugiados detrás de las concertinas. En unos momentos, en la oscuridad, a través de las cortinas transparentes, se distingue unos personajes, parecidos a espectros.
Los vestuarios son intemporales : los Romanos, Escipión y sus tenientes llevan los uniformes militares con una gorra y abrigo largo, los Numantinos con un traje popular sencillo :pantalón, camiseta, las mujeres con un vestido largo. En los momentos de ceremonia todos los Numantinos se ponen albas blancas con una capucha. Los colores simbólicos predominan: blanco, rojo, negro.
La iluminación de Jose Manuel Guerra forma parte integrante de la dramaturgia escénica, el juego entre la luz y la oscuridad crea y matiza los ambientes, multiplica los planos.
La música como olas potentes, amenazadoras, marca el paso del tiempo y crea un paisaje sonoro con los sonidos del pueblo numantino : voces, ruidos diferentes, de perros, pájaros, soldados, tormenta.
Los personajes alegóricos son reescritos, teatralizados con un humor negro y derrisión. Así España esta desdoblada en un hombre y una mujer quienes, evocando por su apariencia la Dama de Elche, símbolo ibérico, jugan con grandes círculos (¿ referente al círculo o al cerco de la Comunidad Europea ?) hablan de España y de la situación de Europa.
Con el personaje de la Guerra, la Señora de la Muerte, que llega al escenario atravesando el patio de butacas con su carro y con música de cabaret o de circo, Juan Carlos Perez de la Fuente hace un guiño a la Madre Coraje brechtiana. La Guerra, tratada con el tono brechtiano, progenitora del hambre y de la enfermedad, esta ayudada en su parto por un personaje grotesco, un Numantino quien un poco antes ha violado a Liria.
Numancia de Juan Carlos Perez de la Fuente es sobre todo el homenaje a las mujeres cervantinas y en general a las mujeres libres, luchadoras.
Subraya, sin añadir nada, el papel de las mujeres en la sociedad numantina. Así cuando toman la decisión en la asamblea de aniquilar al pueblo y de morir. «Irrumpen en la asamblea cuando se enteran que sus hombres han decidido saltar el muro y luchar cuerpo a cuerpo con los Romanos. Si ellos pierden los Romanos entraran a saco a violarlas y a matar a sus hijos. «
Juan Carlos Perez de la Fuente despliega aquí su talento al crear las imágenes impactantes, extremadamente potentes, y a menudo reminiscencias de la realidad actual.
Así por ejemplo la secuencia en que Escipión llegando con sus tenientes desde el patio de butacas, evocando los políticos actuales, habla del muro que los Romanos van a construir para impedir a los Numantinos salir del pueblo.
Su discurso está dirigido, desde la pasarela, a sus soldados, es decir el público. Al mismo tiempo se oyen los gritos entusiastas del ejército romano, como en los mítines políticos actuales.
Es imposible contar todo pero quiero destacar unas secuencias particularmente conmovedoras, la del amor de la joven pareja y la, muy teatralmente poética, que surgiere sin representar directamente, el asesinato por la madre de sus hijos.
No hay ninguna demostración, los Numantinos se matan tras la puerta del fondo del escenario.
En la escena final, el personaje de Nadie encarnado por una joven actriz (Julia Piera) sentada en un columpio, sorda al discurso de Escipión intentando convencerla de quedarse con vida, salta al suelo.
Es muy difícil y seria también injusto destacar particularmente algunos actores. Todos son justos, precisos, inspirados, como los instrumentos en una orquesta, interpretando con virtuosismo este sublime réquiem cervantino.
Con la pasión casi sagrada del teatro Juan Carlos Perez de la Fuente traslada con maestría a la lengua teatral moderna el teatro de Cervantes, «alternativo», de vanguardia en su época.
Su Numancia universaliza y amplifica el discurso y la visión del mundo de Cervantes.
Irène Sadowska
Obra: Numancia de Miguel de Cervantes – Versión Luis Alberto de Cuenca y Alicia Mariño – Dirección:Juan Carlos Pérez de la Fuente – Escenografía: Alessio Meloni – Vestuario: Almudena Huertas – Iluminación: José Manuel Guerra – Música: Luis Miguel Cobo – Con: Beatriz Argüello, Alberto Velasco, Chema Ruiz, Raul Sanz, Carlos Lorenzo, Alberto Jimenez, Markos Marin, Maru Valdivielso, Julia Piera, Crispulo Cabezas, Melida Molina, Miryam Gallego – En el Teatro Español, Sala Principal – Del 16 de bril al 22 de mayo de 2016