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DramaturGA

El pasado 19 de abril de 2016 se presentó la Asociación Galega de Dramaturxia, llamada DramaturGA, en el Salón Teatro del Centro Dramático Galego (CDG) de Compostela.

Después de diferentes encuentros que mantuvimos, a lo largo del año 2015, un grupo de dramaturgas y dramaturgos, y después de constatar la necesidad de poner en valor la dramaturgia gallega ante un panorama adverso, surge DramaturGA.

En septiembre de 2005 comenzaba a funcionar la Escola Superior de Arte Dramática de Galicia, en Vigo, en la que se abría, por primera vez en Galicia, el estudio y la práctica académicas de la disciplina de la Dramaturgia.

En enero de 2006 el dramaturgo Roberto Salgueiro organizaba en Compostela el primer encuentro de dramaturgas y dramaturgos de Galicia, en el que se analizó y debatió la situación de la escritura dramática gallega, al mismo tiempo que se apuntaba la necesidad de unir fuerzas para promocionar este ámbito.

Mucho tiempo antes, el dramaturgo Manuel Lourenzo, desde Casahamlet, en A Coruña, organizaba cursos y laboratorios de escritura dramática.

Durante la dirección del Centro Dramático Galego (CDG) por Cristina Domínguez Dapena, comenzaron a funcionar cursos y residencias de dramaturgia, coordinadas por Candido Pazó. Pero esta loable iniciativa solo duró unos dos o tres años, hasta el cambio de dirección del CDG, que coincidió con el cambio de partido político en el gobierno de la Xunta de Galicia, desde el que siempre se controlaron las decisiones en materia de cultura y teatro, sometidas a los bandazos de las ideologías de los partidos que gobiernan. Lo mismo que pasa, por ejemplo, con las leyes de Educación en España.

También en el presente año 2016 la Asociación de Escritoras/es en Lingua Galega (AELG), después de su último congreso, decidió abrir la Sección de Literatura Dramática Galega e incluir a su coordinador, que es quien firma este artículo, como vocal dentro de la junta directiva de la AELG.

Todos estos pasos apuntan un camino de acción fundamental para las artes escénicas, por una parte, y también, en muchos casos, para el arte de la literatura.

Toda literatura dramática es dramaturgia, aunque no toda dramaturgia tenga porque ser una obra de literatura dramática.

Una obra de literatura dramática centraliza el sentido de su composición desde la acción verbal, desde el arte de la palabra. Y al mismo tiempo contiene la configuración o partitura de un espectáculo virtual, por tanto también pertenece a la dramaturgia (arte de componer acciones para un espectáculo).

Una dramaturgia puede no ser una obra literaria, ya que puede prescindir de las palabras para constituirse como obra de arte escénica a través de la composición de otros tipos de acciones (coreográficas, lumínicas, sonoras, objetuales, etc.).

Una dramaturgia, por poner un caso quizás extremo, puede ser, incluso, una composición de acciones para un espectáculo no teatral, por ejemplo para una pasarela de moda en la que resulte necesaria una dimensión espectacular, o para un concierto de rock.

A continuación traduzco al castellano el Manifiesto con el que se presenta la Asociación Galega de Dramaturxia. Para más información os invito a visitar la página web dramaturga.org.

Después de la traducción del Manifiesto, añado unas NOTAS finales aclaratorias mías.

MANIFIESTO DRAMATURGA

¡Cambiemos la historia! ¡Asaltemos el escenario!

Víctima de un argumento tan pobre que incluso se atreve a desafiar, de manera grosera, las leyes de la física, la dramaturgia gallega ni se crea ni se transforma: se destruye.

Desde hace ya demasiado tiempo, asistimos con indolencia a la representación de una puesta en escena de muy baja calidad: el tachado masivo de la escritura dramática, el borrado sistemático de nuestras voces abocadas, por los rescoldos de un sistema deficiente y malintencionado, a la condena del silencio.

Este argumento tiene sus personajes, sus acciones e inacciones concretas y, cómo no, sus conflictos. Por un lado, tenemos a la mayoría de las compañías de teatro gallegas prestándole más atención a las nuevas voces procedentes del resto del Estado español que a la autoría gallega. A su lado, las compañías de reciente creación optan por lenguajes posdramáticos y creaciones colectivas y visuales sin acoger en el proyecto la función de la dramaturga, como si no existiese ese perfil profesional, o como si las nuevas voces que se dedican a la dramaturgia les fuesen a imponer un lenguaje caduco y no contemporáneo. Cuando se decantan por una dramaturgia textual, la elección de un texto por parte de estas compañías privilegia, la mayoría de las veces, a las literaturas foráneas.

Hay también una trama secundaria que ayuda a completar, en este caso, la cacofonía del conjunto. Es, como veremos, la trama que se encarga de airear los asuntos de una manera más humorística. Como género literario, la literatura dramática gallega soporta su condición de tierra de nadie. Minimizada por los estudios académicos ante el dinamismo crítico que presentan la poesía o la narrativa, considerada por el ámbito editorial más como una obligación institucional que como una apuesta comprometida. El teatro gallego no se lee porque no se publica y no se publica porque no se lee. El resultado de esta destrucción es una falacia absurda: el teatro gallego no existe.

Tenemos, así mismo, el antagonismo de aquellos personajes que se suponían amigos protectores. Las instituciones públicas le quitan los ojos, traicionan el destino y devoran a su prole. Lo hacen con las mentiras de la mala política e ignorando el clamor del coro. Y la tragedia deviene en farsa.

Pero podemos aprovechar el entreacto para ir al ambigú a tomar algo, a la puerta a fumar o simplemente al baño, y si removemos entre las risas hipócritas, las cenizas muertas y las mentiras apestosas, encontraremos una certeza motivadora: estamos en el momento más luminoso de la dramaturgia gallega de toda su historia. Y lo decimos desde la convicción que nos da la realidad, asentada en un número de autoras activas nunca superado y en la variedad y originalidad de formas y temáticas. Ni en los tiempos de las Irmandades da Fala (1), ni en los de la generación Abrente (2) fueron tantas las voces que se expresaron desde y para el teatro, ni fueron tantas las personas con montones de folios en los cajones y cientos de archivos en los discos duros, ni con certeza fueron tantas las dificultades a las que estas voces tienen que hacerles frente para encontrarse con un público que ya lleva demasiado tiempo esperando por ellas. Nos daremos cuenta entonces, justo antes de volver a nuestra cómoda butaca, de que la literatura dramática gallega, extranjera en su patria (3), hoy más que nunca, necesita un impulso sincero y esperanzado. La dramaturgia gallega contemporánea necesita, hoy más que nunca, como en tantas otras cosas, una reestructuración radical del sistema que le permita regresar del exilio en el que lleva años olvidada.

Por esto y contra todo esto es por lo que DRAMATURGA se levanta del asiento. Y no lo hace para aplaudir, sino para interrumpir la función con un grito.

A través del trabajo colectivo y del empuje hacia una misma dirección, DRAMATURGA nace con el convencimiento de que es posible que corrijamos la deriva autodestructiva que nos encaminaba, hasta ahora, hacia la asunción resignada de una época oscura. Estamos aquí. Somos nosotros. Existimos. Y usamos nuestras voces para gritar. Y usaremos nuestros gritos para que la sociedad y la cultura gallegas, en las que acreditamos y de las que deseamos ser parte integrante y constructiva, puedan enriquecerse del trabajo que las dramaturgas y los dramaturgos contemporáneos llevamos a cabo.

Con la convicción de Vilar Ponte (4), la ventana abierta de Dieste (5) y los sueños de Otero Pedrayo (6); con el lirismo de Cunqueiro (7), los mitos de Lourenzo (8) y las verdades de Vidal Bolaño (9), los hombres y mujeres de DRAMATURGA nos declaramos legitimadas para demostrar que el teatro gallego puede ser gallego por si mismo más allá del anclaje a nuestros antecesores y más acá de la desconfianza, y reclamamos que nuestro amor por el teatro no puede ser inútil (10) y que debe tener un espacio en el aquí y ahora de los escenarios del presente y del futuro.

Porque afirmamos que es en la unión de nuestras voces y de nuestros esfuerzos como debemos contribuir a valorar un trabajo que, en demasiadas ocasiones, ha caído en saco roto y que no está equiparado ni valorado en igualdad respecto a la mayoría de los gremios del mundo artístico gallego. Dotamos de entidad colectiva un grupo de individualidades acostumbradas a bogar en solitario y contra corriente para encontrar las soluciones más adecuadas a nuestros problemas y las salidas más justas para nuestros obstáculos.

Para que cambiemos la historia y subamos al escenario. Para que, de una vez por todas, el público tenga el teatro que merece. Para no dejar morir la memoria de Abrente (2). Para liberar el espacio de los cajones y computadores. Para demostrar la fuerza de las mujeres que escriben. Para que el autor más representado de este siglo no acabe siendo un irlandés. Para dignificar nuestra profesión. Para agitar las cabezas y los cuerpos de nuestras hijas dándole a la educación la dosis de teatro que precisa. Para que la gente pueda expresarse a través de nuestras palabras y de nuestras acciones. Para que la dramaturgia ocupe su lugar natural en la escena y sea considerada como labor transformadora. Para que trabajar en un teatro, formar parte de un equipo de creación o interpretar las diferentes textualidades, también sea cosa nuestra. Para ayudar a impulsar la danza y las artes vivas con nuestras dramaturgias. Para hacer de la dramaturgia vanguardia artística. Para salir de esta soledad que nos oprime y no nos deja respirar. Para que nuestra cultura deje de ser pesada por toneladas de hormigón. Para llenar los auditorios de sueños. Para que las instituciones públicas se percaten de que construir no es solo tarea de las constructoras. Para dejar de tener miedo y vergüenza. Para impugnar la demolición. Por todo esto y por tantas otras cosas es por lo que las dramaturgas y dramaturgos creamos la primera asociación de escritura teatral de nuestro país.

DRAMATURGA es, desde hoy, un cuerpo imprescindible de la sociedad gallega en su conjunto y de la cultura y el teatro en particular. Un cuerpo vivo, lleno de vitalidad y juventud, pero también de experiencia y sentido crítico, que ofrece una mano a quien la quiera tomar y una voz a quien la quiera oír. Siempre desde la positividad y el deseo de acercarnos, de compartir nuestra obra y nuestros esfuerzos por un bien común: construir una nueva realidad a partir de las ruinas, retorcer el argumento para reescribir la historia de nuestro presente, ofrecerle al mundo una energía transformadora con la que crear el futuro.

NOTAS:

(1) Irmandades da Fala: Organización nacionalista gallega que, desde 1916 a 1936, realizó actividades a favor de la promoción de la lengua y la cultura gallegas, prestando atención también a la importancia del teatro.

(2) Generación Abrente: grupo de dramaturgos que participaron y se dieron a conocer en el festival «Mostra de Teatro Abrente de Rivadavia» (Ourense), entre los años 1973 y 1980. Entre los nombres más destacados estarían Manuel Lourenzo, Euloxio R. Rubial, Roberto Vidal Bolaño, Xosé Agrelo Hermo y Francisco Taxes.

(3) «extranjera en su patria» hace alusión a un poema muy significativo de Rosalía de Castro, titulado «Estranxeira na súa patria», que aparece en el libro Follas novas (1880).

(4) Vilar Ponte: Antón Vilar Ponte (1881-1936), farmacéutico que ejerce como periodista, dramaturgo y activista político. Entre su obra dramática destacan A patria do labrego (1905), en la que denuncia el caciquismo, influenciado por Los vagabundos de Máximo Gorki, Almas mortas (1922), que él mismo denominaba como «novela escénica cómico-trágica sobre el tema de la emigración», O Mariscal (1926), drama en verso sobre el mito del Mariscal Pardo de Cela, escrito junto al poeta Ramón Cabanillas, Entre dous abismos (1928), de influencia ibseniana, etc.

(5) «la ventana abierta de Dieste» hace referencia a la obra A fiestra valdeira (1927) de Rafael Dieste (1899-1981). Una obra dramática de aliento lírico, atravesado por el conflicto de clase social. El lirismo viene propiciado por el ambiente marinero y la realización de una obra pictórica. Lo sociopolítico viene propiciado por la colisión que supone el complejo de inferioridad, que lleva a uno de los personajes a encargar un retrato del que desaparezca el fondo del puerto pesquero para ser substituido por un jardín palaciego.

(6) «los sueños de Otero Pedrayo» hace referencia, entre otras posibilidades, a la rica imaginería, a la exuberante fantasía y musicalidad plástica de la dramaturgia del eminente polígrafo Ramón Otero Pedrayo (1888-1976).

(7) «el lirismo de Cunqueiro» pone en valor a Álvaro Cunqueiro (1911-1981), uno de los dramaturgos más relevantes del panorama internacional en lo que se refiere a la dramaturgia surrealista, según nos explicaba Ricard Salvat en las clases del Institut del Teatre de Barcelona.

Aunque resulta deslumbrante el lirismo de A noite vai como un río (1965), Palabras de víspera (1974) y O incerto señor Don Hamlet, Príncipe de Dinamarca (1974), sus piezas breves surrealistas, fascinantes poemas escénicos, son Rúa 26. Diálogo limiar (1932), Xan, o bo conspirador (1933) y Posíbel final de drama (1935).

(8) «los mitos de Lourenzo» pone en valor a uno de los grandes maestros de la dramaturgia gallega actual, Manuel Lourenzo (1943), que comienza su actividad como dramaturgo en 1960 y hasta hoy es el más prolífico. Sus revisiones de los mitos clásicos han sido objeto destacado de estudio, véase el trabajo de María José Ragué-Arias.

(9) «las verdades de Vidal Bolaño» pone en valor el neorrealismo descarnado con el que Roberto Vidal Bolaño (1950-2002) subió a escena los conflictos de las clases más populares de las periferias urbanas. La voz de la calle y de las tabernas, sin eufemismos ni concesiones al decoro burgués o al lirismo evasivo.

(10) «reclamamos que nuestro amor por el teatro no puede ser inútil» hace referencia al verso de Uxío Novoneyra (1930-1999): » Non, a forza do noso amor non pode ser inútil», del poema «Galicia», perteneciente a su obra titulada Poemas caligráficos (1957).

Afonso Becerra de Becerreá.


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