Sofía/Ignacio García May
Érase una vez una Reina
Sofía de Ignacio García May, es un retrato que nos proyecta en el espacio estrecho entre la figura oficial, pública de la Reina y la intimidad de Doña Sofía. Un espacio claroscuro, como el del teatro, donde lo visible y lo invisible interfieren y en el cual Victoria Salvador se mueve como en el filo del cuchillo con soltura, sensibilidad, esbozando un retrato matizado de la Reina que guarda sus misterios. La seguimos en su viaje por el laberinto de la memoria de Doña Sofía, atravesando unos acontecimientos importantes y menores, felices y dolorosos de su historia, asentada en la historia reciente de España. El espectáculo de Ignacio García May, muy documentado, no tiene nada que ver con un documental. Saliendo del bipolarismo simplista : admiración u odio, panegírico o acoso, Ignacio García May toma distancia, evitando los tópicos, los clichés, en su retrato poético en que suena la música interior de la Reina.
Las monarquías, los reyes y las reinas durante los siglos han marcado los pasos de la historia, hoy son del dominio público mediatizados, con sus acontecimientos, escándalos matrimoniales y extramatrimoniales, sus divorcios, corrupciones etc. Pero las monarquías, grandes o pequeñas, sean poderosas o de opereta, y las familiares reales, siempre provocan tanto en los medios como en el público pasiones y tomas de posiciones extremas : se las juzga severamente, denosta, arrastra por el fango o por lo menos son sujetos de las bromas groseras y por otro lado se las adora, idolatra casi como a los santos, así en el caso de la princesa británica Diana.
Las monarquías tienen sus detractores, sus aficionados y también sus nostálgicos.
Así en las Repúblicas frustradas de monarquismo como Francia, con sus ambigüedades entre sus eslóganes republicanos : libertad, igualdad, fraternidad y su fascinación por las familias reales, por los títulos aristocráticos, donde por la antigua tradición el Presidente de la Republica se honra con el título de co príncipe de Andorra.
Ignacio García May transgrede estas posiciones partidarias para viajar en el mundo íntimo de Doña Sofía quien, como extranjera, nacida en Grecia, procedente de familia danesa, alemana e inglesa, tiene un punto de vista distanciado sobre España, afirmando al mismo tiempo «Yo soy 100% Española.»
La obra nació en las conversaciones de Ignacio García May con Juan Carlos Pérez de la Fuente sobre las posibilidades de hablar con libertad en el teatro de la monarquía y la familia real en la historia reciente de España, fuera de todo sectarismo fanático, sin prejuicios ideológicos.
El camino elegido por Ignacio García May en su obra atraviesa la historia de la sociedad española de más de una mitad del siglo, pasando por debajo de la historia oficial y por la propia memoria de la Reina Sofía en que lo público y lo privado interfieren, a veces se fusionan.
Así, caminando por el laberinto del Palacio de la Memoria de Sofía, Ignacio García May traza sin ningún sentimentalismo un paisaje sensible, aleatorio en que se destacan, mucho más allá de la problemática española, unas preguntas esenciales sobre el poder, sus exigencias, su ejercicio, sus límites, su fragilidad.
Ignacio García May advierte claramente que Sofía es una obra teatral, de ficción, basada en los hechos reales, históricos. «No soy historiador, ni periodista, ni politólogo, ni monárquico.»
El texto del espectáculo es concebido como un monologo de Doña Sofía en que se incrustan algunos diálogos entre ella y sus familiares : su padre, su madre, su hija y breves irrupciones de voces difundiendo los rumores infames, escándalos imaginarios sobre la vida de Sofía.
Ignacio García May opera el distanciamiento en su texto a través de las intervenciones de diálogos y de voces en el monologo de Sofía hablando de sí misma en la segunda persona. Victoria Salvador en su actuación crea también la distancia : no encarna a su personaje físicamente, no copia las actitudes de la Reina, evocándola solo con el estilo de vestuario elegante y los colores preferidos de Sofía.
La escenografía, su lenguaje plástico evocador y poético, la trama musical compuesta con las músicas favoritas de la Reina, como la de Bach (Preludio en F minor por el piano abre el espectáculo), de Ralph Vaughan Villiams, Mancini, Haendel, forman parte integrante de la dramaturgia escénica.
El espacio escénico evoca «un palacio fantasmal y a medio desmantelar», tal un almacén de recuerdos en que deambula Sofía.
En el primer plano una silla, una mesa con una pizarra sobre la cual Sofía escribe a algunos momentos o esboza su retrato cuando habla del cuadro de la familia real pintado por Antonio López. En el segundo plano, tras un velo de gasa transparente, alumbrado en algunas secuencias : dos mesas, al fondo un exterior : parque, jardín, evocado en telas pintadas. Así por ejemplo en la secuencia del encuentro de Sofía con su hija Cristina en Suiza el fondo del escenario evoca el hall de un hotel.
El espectáculo empieza con Sofía recibiendo una llamada telefónica sobre la muerte de su marido. El libro que está leyendo cae de sus manos.
A partir de esta noticia, a merced de sus recuerdos desordenados, Sofía atraviesa con amargura, humor y sonrisa irónica, su pasado.
Así su infancia en Grecia, la relación conflictiva con su madre, la Reina Federica, («te quiero pero eres abominable» le dice) los juegos con su padre, su encuentro en 1958 con Juan Carlos, la oposición de Franco a su casamiento con él, el triple casamiento, católico, ortodoxo y civil en 1962, la coronación de Juan Carlos en 1975, su descubrimiento de las infidelidades de su marido, la inauguración de la exposición con el cuadro de la familia real, su visita a Juan Carlos en el hospital después de su accidente de caza y evoca su encuentro en Ginebra con su hija investigada por fraude.
Victoria Salvador con su presencia hipnótica y su voz flexible, pasando de la autoridad, gravedad, a explosiones de violencia, de rebeldía, a la fragilidad, dando su voz a las interlocutoras de la Reina, logra magistralmente traslucir la complejidad de la persona de Doña Sofía tras la figura de la Reina.
Así, tras una mujer con gran control de sus emociones, con su conciencia de su papel en la historia y su fuerza para afrontar las adversidades, las desgracias personales, aparece Sofía que se preocupa y se proyecta en los demás, que sufre y se rebela violentamente cuando su hija es procesada. Sofía que cumple perfectamente la rutina de su oficio de
Reina : acompañar a muertos de su familia, a los muertos, a las victimas del terrorismo, estrechar las manos, ser cordial en las ceremonias oficiales, etc…
Victoria Salvador, con pantalón y túnica, pasa instantáneamente de una situación a otra, cambiando solo un elemento de su vestuario, el fular negro, rojo, fucsia, juega con el libro, manipula la mesa que se convierte en la tribuna en la secuencia de la coronación o en ataúd en la de la muerte de su marido,.
En la secuencia final pone su chaqueta y su fular en la silla dirigiéndose a ella como a un personaje de teatro y después se va detrás del velo de gasa hablando a sí misma.
Irène Sadowska
Obra: Sofía – Texto y dirección: Ignacio García May – Estreno mundial – Con Victoria Salvador – Voces en off : José Luis Patiño, Alba Recondo, Víctor Sainz Ramírez – Iluminación y escenografía: Luis Perdiguero – Vestuario: Almudena Rodriguez Huertas – del 2 al 26 de junio 2016 en el Teatro Español de Madrid, sala Margarita Xirgu